CIUDAD DE WASHINGTON, 25 de marzo de 2013. En los últimos años el mundo ha experimentado los episodios turbulentos de la subida de precios de los alimentos y de los combustibles y las crisis financieras y fiscales. El terremoto de Tohoku ocurrido en 2011 en Japón también hizo que se centrara la atención en los riesgos que plantean los peligros naturales. Si bien se ha discutido mucho cómomanejar riesgos de manera individual, se ha prestado comparativamente poca atención a entender cómo enfrentar mejor los riesgos múltiples.
Sin ese entendimiento, quienes formulan las políticas y los demás actores sociales no siempre tienen el panorama completo. En particular, no se ha discutido mucho acerca de quién es responsable y quien está empoderado para administrar los riesgos, y la mejor manera de coordinar la gestión de los riesgos en todos los niveles de la sociedad.
En el próximo Informe sobre el desarrollo mundial se analizan los riesgos, la manera de manejarlos y las repercusiones para el desarrollo económico y la reducción de la pobreza. El informe se centra en la manera en que los hogares, las comunidades, las empresas y los gobiernos pueden prestar apoyo a individuoslos individuos para manejar los riesgos. Entre otras cosas, el objetivo es estudiar cómo puede empoderarse a las personas para asumir riesgos que conlleven mejores oportunidades, con el apoyo de los sistemas económicos y sociales.
Por primera vez en la historia del Informe sobre el desarrollo mundial, los autores del Informe usan la web para recabar opiniones de individuos de todo el mundo para incluirlas en la publicación definitiva, que aparecerá en el otoño boreal de 2013. Se procura obtener experiencias e historias directas de cómo afrontan los individuos los riesgos en la búsqueda de oportunidades con el objeto de complementar una labor extensa de consultas externas.
Norman Loayza, director del Informe sobre el desarrollo mundial, manifiesta: “Tenemos la seria intención de recabar historias de personas de todas las condiciones sociales”. “Este tipo de esfuerzo, que no se ha llevado a cabo antes para un producto del Banco Mundial de tanta visibilidad, podría servir de precedente para los futuros intercambios que tengamos con los ciudadanos de los países en los que la institución es activa”.
En el informe se estudia particularmente la manera en que los individuos gestionan las pérdidas de salud, riqueza, ingresos y seguridad derivadas de eventos individuales o sistémicos, y el rol que cumplen distintos sistemas sociales y económicos —los hogares, la comunidad, el sector empresarial, el sector financiero, la nación y la comunidad internacional— en la gestión de riesgos.
En el informe se estudiarán, más allá de los riesgos individuales, las interconexiones entre los riesgos. Por ejemplo, una persona con problemas de salud puede terminar incapacitada para el trabajo, y como consecuencia de ello encarar muchos problemas financieros. Una comunidad que experimente una sequía tal vez encuentre que el costo de los alimentos ha aumentado tanto que los ha dejado fuera de su alcance. Y como quedó demostrado en Japón (i), un desastre natural puede empeorar por problemas tecnológicos, en este caso las fusiones en la planta nuclear Fukushima Daiichi.
Como sucedió en anteriores Informes sobre el desarrollo mundial, en el informe se tratará de dar una nueva perspectiva acerca del desafío del desarrollo.
Loayza y su equipo distinguen entre las crisis que ocurren repentinamente y las tendencias que se manifiestan paulatinamente. Los peligros naturales y las crisis financieras serían ejemplos de crisis repentinas, en tanto que los cambios demográficos y los avances tecnológicos serían ejemplos de tendencias de largo plazo que pueden tener un impacto de amplio alcance. La manera en que individuos, comunidades, empresas y países puedan verse afectados por dichas situaciones varía según su exposición, resiliencia, condiciones internas y medio externo.
Inci Otker-Robe, coautor del informe, agrega: “Los riesgos también pueden ser impuestos o voluntarios, y el resultado puede variar de una situación a otra”. “Una familia que vive en una zona sísmica y experimenta un terremoto no tiene por qué caer en una situación desesperada si dispone de seguro y si la construcción de la vivienda es de buena calidad. Por otra parte, una familia que es propietaria de una pequeña explotación agrícola y opta por probar nuevas semillas e insumos puede obtener rendimientos más altos, pero también podría perder su inversión si las condiciones climáticas y de otra índole no cooperaran”.