Frente a la amenaza de una posible crisis energética (i) en los países de Europa y Asia central (ECA), las directrices y fondos proporcionados por estas iniciativas son de gran importancia para esta región, una de las mayores consumidoras de energía del mundo. Las pérdidas técnicas durante la transmisión ascienden al 13% y el 15% en Ucrania y Macedonia, respectivamente, y llegan a una cifra tan alta como 20% en Tayikistán. Los edificios mal construidos de toda la región proporcionan poca calefacción y aumentan el uso de energía en escuelas, lugares de trabajo y hogares. Por otra parte, aunque ECA es responsable solo del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo, esta cantidad es el doble de la que debería aportar dado su nivel de producción. Todos estos factores contribuyen a un suministro inadecuado de energía asequible en toda la región, afectando a los hogares, especialmente los más pobres, en cada país y haciendo más necesaria la adopción de medidas.
Si bien dos componentes de Energía Sostenible para Todos (i) liderada por las Naciones Unidas (ONU), como son el aumento del acceso a servicios modernos de energía y la transición hacia más fuentes de energía renovables, , presentan oportunidades para que los países de Europa y Asia central aborden sus desafíos energéticos, el tercer pilar de esta iniciativa –la duplicación del mejoramiento de la eficiencia energética- es el que podría tener mayor impacto.
Durante la última década, el Grupo del Banco Mundial ha comprometido más de US$3.000 millones para actividades de eficiencia energética en la región, lo que ha ayudado a países como Belarús a reducir su intensidad energética (i) en un 60% en los últimos 15 años, y ahorrar 50.000 megavatios-hora de energía en Uzbekistán, que de otro modo se perderían en un uso ineficiente. Se estima que los proyectos, programas e iniciativas de eficiencia energética permitieron que en la última década la región economizara un total de 42,5 teravatios-hora (TWh) al año, equivalentes a la cantidad total de energía generada en Nueva Zelandia en 2010.
Además de ser una de las formas más eficientes en función del costo para aumentar la energía, la eficiencia energética también es una alternativa para que los países de Europa y Asia central reduzcan las emisiones de GEI. Las inversiones en la región ya están permitiendo ahorrar aproximadamente 7,5 millones de toneladas de CO2 cada año, lo que respalda un crecimiento ecológico menos costoso.
Hacia adelante, sin embargo, se deberán ampliar estos compromisos para evitar una crisis energética en ECA. En los próximos 20 años, se necesitarán inversiones de unos US$3.300 billones, es decir, el 3% del producto interno bruto (PIB) de la región. Aunque son de montos considerables, muchas de estas inversiones pueden autofinanciarse en unos pocos años. La evidencia observada en países de los Balcanes ha mostrado que las medidas de eficiencia energética normalmente permiten ahorrar de 30% a 45% por edificio y tienen periodos de amortización de aproximadamente seis a ocho años. Por otra parte, la reducción de los subsidios energéticos, (i) la protección de los pobres y la inversión en eficiencia energética podrían significar que casi la mitad de los países de Europa y Asia central aumentaran el PIB en más de 1%.
Mirando hacia este futuro, el Grupo del Banco Mundial ha renovado su compromiso (i) recientemente con un llamado a la ampliación de estas iniciativas de acuerdo a las necesidades individuales de los países de la región. Las medidas varían de un país a otro, pero incluyen el aumento de la eficiencia energética de la infraestructura existente mediante la rehabilitación; la moderación de la demanda de energía; la adopción de tecnologías más eficientes, y la creación de ciudades más eficientes desde el punto de vista energético. (i) Estas iniciativas pueden ayudar a los países, simultáneamente, a aumentar la seguridad en esta área, impulsar el crecimiento económico y reducir los impactos ambientales y sociales del sector de la energía. De esta manera, las naciones de ECA tienen el potencial de elevar la competitividad industrial, disminuir la necesidad de nuevas centrales eléctricas y prevenir la inminente crisis energética regional.