El terremoto que afectó a Haití el 12 enero de 2010 provocó una enorme pérdida de vidas humanas y un colapso total en materia habitacional. Se estima que el número de fallecidos superó las 200.000 personas y que cerca de 300.000 viviendas quedaron destruidas o seriamente dañadas. Ante tal situación, el Gobierno haitiano procuró brindar albergue temporal y de emergencia, pero no pudo centrar su atención en el problema de la vivienda a largo plazo.
Haití también enfrentó varios otros desafíos, como el derecho a la tierra y el desplazamiento de los habitantes. Ante viviendas completamente destruidas y ciudadanos que debieron asentarse en otros lugares, las autoridades gubernamentales determinaron que la mejor opción era invertir en estrategias habitacionales que alentaran una fuerte participación de la comunidad.
En busca de asesoramiento e inspiración, Haití recurrió al Banco Mundial para averiguar cómo se podía comprometer la participación de la comunidad en los esfuerzos de reconstrucción. A través del programa de Intercambio de Conocimientos Sur-Sur, el Banco Mundial determinó que Indonesia podía ser un modelo adecuado para imitar.
En 2004, un terremoto de magnitud 9.1 en la región desencadenó el denominado tsunami de Asia, que cobró más de 200 000 vidas humanas en 14 países. La mayoría de las muertes ocurrieron en Indonesia. Tras esa experiencia tan extraordinaria y penosa, las enseñanzas recogidas del proceso de reconstrucción a lo largo de los últimos años podrían ser de gran valor para Haití.
El Banco Mundial agenció un intercambio de conocimientos para autoridades del Ministerio de Planificación y el Ministerio del Interior de Haití y otras autoridades responsables de las políticas, ingenieros, expertos en reconstrucción y representantes de organizaciones no gubernamentales, para que visitaran Indonesia. Durante la gira, los anfitriones indonesios explicaron el concepto de svadaya gotong royong (autoayuda comunitaria) que ha guiado el proceso de desarrollo en el país.
Transmitieron a la delegación haitiana sus conocimientos sobre cómo responder ante situaciones de desastre, y cómo diseñar y ejecutar proyectos de vivienda de base comunitaria. Y tal vez lo más importante, las autoridades haitianas aprendieron cómo capacitar y empoderar a las comunidades locales para que fueran protagonistas del proceso de reconstrucción.