ARTÍCULO

En Bolivia, los más pobres toman el control del desarrollo

Octubre 02, 2014

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Emilia Carvallo, una de las líderes en la construcción de 40 sistemas de cosecha de agua.

Gabriela Orozco. Banco Mundial

TITULARES
  • Más de 550 comunidades rurales bolivianas administran por primera vez recursos de inversión.
  • La mayoría de los emprendimientos están a cargo de mujeres.

Dentro de poco, Modesta Zurita de 69 años ya no tendrá que caminar durante una hora en busca de agua cargada de una pesada tinaja. El  techo ondulado de aluminio de su nueva casa, es ahora parte de un nuevo sistema doméstico y le permitirá recolectar agua en los períodos de lluvia (de octubre a marzo) para los meses de escasez (de abril a septiembre). Su nueva casa tendrá las paredes de adobe revestidas de cal, de ese modo, además de agua, tendrá también una vivienda digna.

Voy a tener agua limpia y voy a vivir mejor, sin vinchucas caminando entre los adobes” dice, refiriéndose a los insectos transmisores del mal de chagas que caminan por las rendijas de las paredes de adobe. El chagas es muy común en esa región de los Valles de Bolivia.

Modesta vive con su hija, que tiene una discapacidad y su nieto de 10 años, que tuvo que dejar la escuela para pastar las cabras.  La suya es una de  las 40 familias beneficiarias  de la construcción de estas sencillas casas, que, gracias a sus techos ondulados  canalizan el agua hasta  una tubería que desemboca en  un tanque de cinco mil litros de almacenamiento para consumo doméstico por familia, en un área donde están  dispersas. “Vivimos en el monte para poder alimentar al ganado, aquí arriba hay pastizales”, afirma Modesta.

Las otras 80 familias de la Comunidad de Chaquimayu, que significa río seco en quechua,  en el Municipio de Aiquile, Departamento de Cochabamba, que  viven en un conglomerado con acceso a  agua potable prefirió ceder el financiamiento del Proyecto de inversión comunitaria en Áreas Rurales (PICAR) a estas familias más pobres.

Ya no tomaremos agua de los manantiales, que a veces se secan y  donde también beben nuestros bueyes y cabras, nuestros niños ya no se enfermarán”, dice Emilia Carvallo, una de las líderes del emprendimiento para la construcción de 40 sistemas de cosecha de agua, uno para cada familia, luego de haber sido identificado como una prioridad de la comunidad.

Por primera vez y por votación las mujeres asumieron cargos administrativos. El proyecto PICAR valora e incorpora la participación de ellas en sus proyectos porque reconoce que tienen la indispensable visión práctica en la convivencia diaria, en la organización y en la solución de los problemas comunitarios.

El financiamiento otorgado por el proyecto es del 80 por ciento, aproximadamente  US$ 60 mil, mientras que el 20% es el aporte de la comunidad, haciendo un total de US$ 72 mil para los 40 sistemas de agua.

Como comité de Administración hemos abierto una cuenta bancaria con las firmas autorizadas de dos de nosotras. Primero cotizamos los materiales en el pueblo y la ciudad y después compramos todo con cheques, no manejamos efectivo”, informa Severa  Espinoza, una de las administradoras de las obras de infraestructura.

Como Chaquimayu, otras 550 comunidades de 48 municipios de los departamentos de Cochabamba, Chuquisaca, Oruro y La Paz se benefician  del PICAR para la construcción de otras obras de infraestructura identificadas como prioridad por cada una de ellas: microriego, puentes, mejoramientos viales peatonales y vehiculares, canales de riego, invernaderos, letrinas, cercas para el ganado,  entre otros. Son 761 subproyectos en total, de los cuales 323 han sido seleccionados, diseñados y administrados por mujeres. Se espera que hasta fin de año se alcance a poco más de 550 comunidades.

El Banco Mundial celebra que las comunidades más vulnerables de Bolivia sean dueñas de su propio desarrollo con el objetivo principal de ser  sostenibles y fuertes en la búsqueda de soluciones colectivas a sus necesidades básicas”, dijo Faris Hadad-Zervos Representante Residente del Banco Mundial en Bolivia.

Emilia Carvallo recuerda que así  los habitantes de esa zona fueron solidarios en la desgracia, cuando el feroz terremoto de Aiquile de 1998 se llevó más de 50 vidas y destruyó cientos de viviendas, hoy, que es tiempo de desarrollo, se ve la generosidad en favor de quienes carecen de agua.

“Se toma poco en cuenta los valores éticos de reciprocidad y solidaridad de las culturas nativas y estos son importantes para la gestión de sus emprendimientos que, aunque pequeños, tienen un impacto importante en la solución de sus problemas. Siempre se ha tratado a las comunidades de manera asistencialista y eso también estamos cambiando”, dice Johnny Delgadillo, coordinador  nacional del PICAR.

El desembolso de los recursos  ha mejorado de forma constante. Hasta ahora, el proyecto ha transferido alrededor de US$ 12 millones para 441 cuentas bancarias administradas por las propias comunidades beneficiarias. A finales de 2014, se asignará el 90% de los fondos disponibles.



" Se toma poco en cuenta los valores éticos de reciprocidad y solidaridad de las culturas nativas y estos son importantes para la gestión de sus emprendimientos que, aunque pequeños, tienen un impacto importante en la solución de sus problemas. Siempre se ha tratado a las comunidades de manera asistencialista y eso también estamos cambiando. "

Johnny Delgadillo

Coordinador nacional del Proyecto de inversión comunitaria en Áreas Rurales (PICAR)


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