Caminando entre los naranjos que dan sombra a sus cafetales, Julio Cesar Argüello tuvo una idea: crear café con aroma cítrico. Pero sus planes enfrentan un obstáculo: el cambio climático.
“Para mantener plantaciones aún con este tipo clima que tenemos donde se nos elevan los costos, nosotros necesitan al menos un precio base para decir ‘Si podemos cultivar café’” cuenta Argüello, productor cafetalero de la zona de Jinotega.
Además de los caprichos del clima, en América Latina, millones de campesinos como Julio César, también padecen la volatilidad de los precios de las materias primas agrícolas en los mercados internacionales.
Se calcula que un 20% de la población de la región vive de la agricultura. Esta dependencia de los caprichos de los mercados y del clima pone en peligro los ingresos, pero también la alimentación diaria de los campesinos. Y el impacto más directo se hace notar en países como Nicaragua donde hay muchas familias auto consumidoras.
“Vivimos al vaivén de los precios internacionales entonces se da una combinación explosiva en la afectación de la seguridad alimentaria en las comunidades más pobres de este país.” explica Azucena Castillo, gerente general de Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua
“Si no se busca un mecanismo que le permite los productores cubrirse contra la caída de los precios van a desaparecer ya que no van a tener rentabilidad para poder producir” advierte Luis Arévalos, gerente general de la Bolsa Agropecuaria de Nicaragua.
“Quisiéramos tener un puesto de bolsa para monitorear también los precios de los granos básicos, la hortalizas, el café” dice José Ramón González Herrera, vecino de Jinotega y productor de café, maíz y frijoles.