De acuerdo a la más reciente publicación del Banco Mundial titulada Uso de aguas residuales para riego en Bolivia, en las tierras altas de Bolivia, el rápido crecimiento urbano está poniendo el suministro de agua bajo una creciente tensión. El aumento de la demanda e incluso el cambio climático está obligando, particularmente a los agricultores, a encontrar formas más eficientes de gestionar este fundamental recurso.
Por ello, no es de extrañar que el uso de aguas residuales sin tratamiento para el riego de cultivos se encuentre muy extendido en esas regiones. Por ejemplo, en los departamentos de La Paz y Cochabamba, al menos 5 000 hectáreas de tierras agrícolas, el 86 por ciento del total disponible, se riegan de esta manera.
Sin embargo, la práctica sigue siendo en gran parte informal, dando lugar a riesgos para la salud de los agricultores, ganaderos, y por supuesto, de los consumidores. Estos riesgos a su vez son amplificados por la creciente contaminación de los ríos y otras fuentes naturales de agua por desechos que no reciben tratamiento, provenientes de las nuevas zonas urbanas.
Por estas razones el Banco Mundial, en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia (MMAyA) y CARE Bolivia, han estado buscando maneras de mejorar y formalizar el reuso de aguas residuales para la agricultura. El Ministerio prevé que, debido al cambio climático en estas áreas, los niveles de precipitaciones disminuirán, lo que deriva en el descenso de los niveles freáticos e incremento en el uso de acuíferos, por lo que el reto se vuelve mucho más urgente.
La buena noticia es que los agricultores locales se encuentran ampliamente informados sobre los beneficios - y peligros - del riego con aguas residuales, además muestran disposición y reconocen los esfuerzos que se realizan para aumentar, mejorar y hacer más segura esta práctica.
La Nota de Campo Uso de aguas residuales para riego en Bolivia, además resume un estudio del Banco Mundial, de las 650 familias de agricultores en las zonas que reciben las aguas residuales de La Paz y El Alto, cerca de la mitad consideró que su aumenta la productividad o la cantidad de las cosechas, además de reducir la necesidad de fertilizantes.
Sin embargo, más del 90 por ciento reconoció como un riesgo las enfermedades que afectan a los humanos, ya sean agricultores, sus familias o consumidores. De hecho, el 60 por ciento citó específicamente el riesgo a enfermedades reumáticas, pulmonares, gastrointestinales y de la piel. Una proporción menor también mostró preocupación por el impacto negativo sobre su ganado, cuyo crecimiento y desarrollo incluso puede verse afectado por algunas infecciones.
Pero lo más importante, quizás, fue la abrumadora respuesta positiva de parte de los agricultores a la oportunidad de poder participar en un plan formal, dirigido por la misma comunidad para el reuso de aguas residuales. Más del 91 por ciento estaba a favor de los nuevos programas, lo que sugiere que hubo un amplio entendimiento de que los riesgos de riego con aguas residuales se pueden eliminar a través de su adecuado manejo. El trabajo colectivo para el bien común es una tradición muy arraigada en Bolivia por lo que el 95 por ciento dijo estar dispuesto a ofrecer su mano de obra, mientras que un 83 por ciento mencionó que estaría dispuesto a apoyar con contribuciones en efectivo.
"Los agricultores necesitarán asistencia técnica específica, tanto para la selección como para el manejo de sus cultivos. Pero también existe la necesidad de una amplia campaña pública de sensibilización enfocada en los beneficios y las necesidades de higiene relacionadas al reuso de aguas residuales para riego, dirigida a agricultores, minoristas y consumidores", afirmó Franz Rojas, especialista en Agua y Saneamiento y Coordinador de País para Bolivia del Programa de Agua y Saneamiento del Banco Mundial.