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ARTÍCULOMarzo 22, 2022

Con saciar la sed no alcanza: el papel central del agua en la economía argentina

The World Bank

Niñas en busca de agua en el Norte Grande argentino

Banco Mundial

Un reporte del Banco Mundial analiza la disponibilidad de agua dulce en Argentina y las inversiones necesarias en el sector que podrían aumentar hasta 2,7% el PIB del país para 2030.

Artículo originalmente publicado en El País

Debajo de sus tierras corren más de 220 mil kilómetros cuadrados de una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta, el Acuífero Guaraní. Sin embargo, Argentina aún necesita mejoras en su infraestructura, y acceso de agua y saneamiento para alcanzar su seguridad hídrica, entendida como tener suficiente “oro azul” en calidad y cantidad para todos los usos (medios de vida, productivos y ambientales) de forma accesible y sostenible.

De acuerdo con el informe el Banco Mundial “Valorando el agua”,  las inversiones requeridas en seguridad hídrica podrían aumentar hasta en un 2,7% el PIB del país para el 2030.

En la actualidad, el agua en Argentina es un actor importante en la economía: es fundamental para la agricultura que es la fuente principal de ingreso de divisas; el 26% de la energía se genera de fuentes hidroeléctricas; más del 50% de la demanda industrial proviene de sectores con alta dependencia al agua (alimentos, bebidas, productos químicos), el 84% de las exportaciones salen por el agua, es decir, por la hidrovía Paraná-Paraguay.

Sin embargo, ya sea por abundancia o por falta, es verdugo de los eventos climáticos más recurrentes en el país: las inundaciones (que representan el 54% de los desastres naturales desde 1970) y las sequías, una de las amenazas más grandes para el sector agropecuario con impactos anuales medios de hasta 3.000 millones de dólares.

Es también un importante actor que perpetúa condiciones de vulnerabilidad y pobreza para el 17% de la población que carece de servicios de agua, quienes muchas veces tiene que pagar hasta un 460% más por agua embotellada de lo que pagarían en la factura del agua si estuviesen conectados a la red, según el informe.

La contaminación, la falta de cobertura y suministro, y la variabilidad climática (con inundaciones y sequías demasiado graves y frecuentes) hacen peligrar la seguridad hídrica. Estimaciones presentadas en el estudio muestran que una mayor seguridad hídrica puede reducir el costo económico de estas falencias en alrededor 11.800 millones de dólares. Más de la mitad de este monto total anual refleja las pérdidas en la calidad de vida, incluidos los efectos en la salud y la educación, de las personas que carecen de acceso a agua potable y saneamiento.

El agua es un importante actor que perpetúa condiciones de vulnerabilidad y pobreza para el 17% de la población que carece de servicios de agua, quienes muchas veces tiene que pagar hasta un 460% más por agua embotellada

Cuatro claves para revalorizar el agua

¿Cómo repensar la relación de Argentina con el agua y aprovechar su valor económico, social, y ambiental agregado? Para Klaas de Groot, especialista sénior en agua y saneamiento del Banco Mundial, es clave “no vivir dándole la espalda al agua, pero vivir y construir con el agua”.

“Las inversiones por sí solas no bastan, deben acompañarse de una serie de mejoras en el sistema de gobernanza y gestión del agua para que sean eficaces y sostenibles” explica de Groot.

Así el estudio “Valorando el agua” hace hincapié en algunas de las estrategias que los diferentes gobiernos provinciales y municipales ya implementan para una óptima gestión de los recursos y enfatiza en cuatro ejes para mejorar la seguridad hídrica en el país:

  • Fortalecer la gestión de los recursos hídricos: mejorar los marcos regulatorios nacionales y provinciales, reforzar el rol de las organizaciones de cuencas, y ampliar la información disponible en relación a la disponibilidad y la calidad de agua superficial y de subsuelo.
  • Reducir los riesgos hidrológicos y aumentar la resiliencia a sequías e inundaciones: utilizar sistemas de alerta temprana, infraestructura verde, y hacer un uso adecuado del suelo.
  • Asegurar una provisión inclusiva y sostenible de los servicios de agua y saneamiento: priorizar la expansión de los servicios a los más vulnerables, implementar reformas en el marco regulatorio, y mejorar la eficiencia en la provisión de servicios.
  • Expandir los servicios de riego de forma sostenible para mitigar efectos del de cambio climático: implementar mejoras en la gestión eficiente y compatible con otros usos, hacer énfasis en la recuperación de costes y explorar nuevas formas de financiamiento con sector privado.

Catalina Ramírez, también especialista del Banco Mundial en agua y saneamiento, enfatiza en la importancia de una gestión coordinada para un mejor aprovechamiento del agua. “Desde el Banco Mundial ya trabajamos con los diferentes gobiernos para aumentar la cobertura de agua potable y saneamiento en Gran Buenos Aires con AySA (Agua y Saneamientos Argentinos) y en diferentes áreas en el norte del país. La ciudad y la provincia de Buenos Aires implementan proyectos para reducir el riesgo de inundaciones, también con soluciones basadas en la naturaleza y el Banco apoya en importantes inversiones para mejorar el riego en agricultura” cuenta Ramírez.

“El agua con sus glaciares, lagos, ríos, canales, sistemas de agua potable y saneamiento es un entramado que requiere una buena gestión integrada de las autoridades responsables. Y nada de esto se puede hacer sin el apoyo de los ciudadanos”, concluye de Groot.

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