Skip to Main Navigation
ARTÍCULOMarzo 07, 2025

La fuerza laboral femenina: Un pilar para el desarrollo económico de la región

The World Bank

La participación de las mujeres en el mercado del trabajo no solo es una cuestión de equidad, sino también un factor determinante para el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza.

De emprendedoras a líderes. Ese es el gran salto profesional que muchas mujeres en América Latina y el Caribe se preparan para dar. Sin embargo, tanto en las grandes metrópolis como en las zonas rurales, se enfrentan a múltiples barreras que dificultan esta evolución. Según datos recientes, la tasa de participación laboral de las mujeres en la región es del 68%, en comparación con el 93% de los hombres. Además, incluso cuando acceden al mercado laboral, ganan en promedio 70 centavos por cada dólar que perciben los hombres y suelen estar empleadas en trabajos de menor calidad.

“Nuestra marca se llama Yubani, que significa 'Tierra Viva' en zapoteco. Transformamos las plantas medicinales de nuestra región en productos comercializables”, cuenta orgullosa Laura Pérez, desde Oaxaca, en el suroeste de México. Ella, al igual que otros 88 líderes, forma parte del MDE, un proyecto que busca integrar a 3.800 pobladores de selvas y bosques. “Nos enseñó la importancia de las capacitaciones, con un plan de negocios claro y capital semilla”, afirma. Los resultados son alentadores: los ingresos promedio anuales de estas comunidades ya alcanzan los 3,7 millones de dólares.

Además de su impacto económico directo, la inclusión laboral de las mujeres contribuye a la solución de otros problemas sociales. En Quito, Ecuador, el 40% de la plantilla de trabajadores del metro está compuesta por mujeres. Un ejemplo es Damaris Camuango, controladora de tráfico del sistema de transporte subteráneo. “Hemos pasado por muchos filtros, son más de dos mil horas de capacitación”, explica, y enfatiza su compromiso: “El tren de las siete sale a las siete”.

La región tiene la segunda tasa de fertilidad adolescente más alta de todo el mundo. Cuando las mujeres trabajan y tienen ingresos propios, los efectos positivos se extienden a sus familias y comunidades: aumentan la inversión en educación y salud infantil, disminuye la violencia de género y se fortalecen las redes de apoyo comunitario.

Nuevas oportunidades

La digitalización y la economía del conocimiento ofrecen oportunidades únicas para cerrar la brecha de género en el empleo. En la última década, el teletrabajo y las plataformas digitales han permitido a muchas mujeres acceder a nuevas oportunidades sin las barreras tradicionales del empleo presencial. 

Sin embargo, la brecha digital de género sigue siendo un reto. Las mujeres en los países de la región tienen hasta 19 puntos porcentuales menos de probabilidad de acceder a internet. Superar estas desigualdades es esencial para la inclusión en la creciente economía digital.

En Guatemala, a través del proyecto DIGITAGRO, expertos del Banco Mundial desarrollaron herramientas digitales para conectar a pequeñas agricultoras del departamento de San Marcos con una iniciativa nacional orientada a registrarlas como proveedoras de comedores infantiles escolares. Luego de la campaña, la proporción de mujeres que sabían cómo registrarse como proveedoras aumentó un 21%, las ventas de productos de origen animal crecieron un 12% y los precios recibidos por las agroemprendedoras subieron un 31,5%.

Otro obstáculo importante es la segregación ocupacional. Las mujeres dedican en promedio entre dos a tres veces más de tiempo que los hombres al trabajo doméstico no remunerado y a actividades de cuidado. En los países de América Latina y el Caribe, tienen más posibilidades de desempeñar empleos vulnerables y peor pagos aunque algunos países del Caribe son la excepción.

La capacitación en habilidades digitales y STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) es una estrategia clave para diversificar las oportunidades laborales y garantizar el acceso a empleos mejor remunerados y más estables. En la actualidad, a nivel regional, la proporción de mujeres con estudios terciarios que se gradúan en programas STEM es de 2 a 3 veces menor que la de los hombres.

En Argentina, el Banco Mundial apoyó en 2024 un programa de mentoría para mujeres que trabajan en ingeniería y energía, con el objetivo de fortalecer su desarrollo profesional. “Fue positivo compartir con mujeres que enfrentan los mismos desafíos que yo al intentar hacerse un lugar en las empresas”, comenta Ana Laura Soalleiro Arias, analista en una multinacional energética. “Me ayudó a poner en perspectiva qué puedo hacer a futuro y cómo superar desafíos que otras ya han enfrentado”.

 

El camino hacia la equidad laboral para las mujeres en América Latina y el Caribe requiere esfuerzos coordinados y sostenidos. Por este motivo, el Banco Mundial trabaja en toda la región apoyando programas de desarrollo social junto con los gobiernos nacionales y regionales. En Brasil, 31,65 millones de mujeres se beneficiaron del programa Bolsa Familia, es decir, el 58,2% de la población atendida. Entre 2011 y 2021, el empleo de las mujeres brasileñas aumentó un 25 %, mientras que para las mujeres afrobrasileñas el incremento fue del 50 % tras la implementación del proyecto Bolsa Familia.

Las intervenciones del Banco Mundial y otras organizaciones han sido fundamentales, pero aún queda mucho por hacer. Asegurar que las mujeres tengan igualdad de oportunidades en el empleo no solo es una cuestión de justicia social, sino una estrategia clave para el crecimiento económico y el bienestar de toda la región. La inversión en el empleo femenino es una apuesta por un futuro más equitativo, próspero y sostenible para todos.

Blogs

    loader image

ÚLTIMAS NOTICIAS

    loader image