Su posición geográfica y condiciones climatológicas han dado a Panamá enormes ventajas competitivas y comparativas, que han sido bien aprovechadas para convertir al país en un importante centro logístico mundial. Con un sistema financiero fuerte y una economía dinámica –líder en tasas de crecimiento a nivel regional- Panamá ha visto crecer sus activos sustancialmente. Al mismo tiempo, su crecimiento ha representado grandes avances para reducir la pobreza y aumentar los ingresos de la población.
Pero su posición geográfica también pone en riesgo a Panamá ante diversas amenazas como tormentas, terremotos, tsunamis y episodios de El Niño y La Niña, además de otros fenómenos naturales más frecuentes como inundaciones, incendios y sequías.
Así como han crecido los activos económicos de Panamá, ha aumentado la exposición de sus bienes y personas a las catástrofes. De hecho, según estudios del Banco Mundial, Panamá está entre los 15 países en el mundo con mayor exposición a múltiples amenazas. Un 15% del territorio nacional y doce de cada cien panameños están expuestos a dos o más amenazas naturales.
Las autoridades panameñas así lo han entendido y han trabajado en los últimos quince años (a lo largo de cuatro administraciones gubernamentales) para, dimensionar los riesgos y fortalecer la gestión financiera del riesgo ante desastres. Esto con el objetivo principal de proteger a las personas y a la economía panameña, para que posibles fenómenos naturales adversos no tengan efectos negativos severos para la sociedad ni para la estabilidad fiscal.
Este trabajo de años ha llevado a Panamá a ser hoy el primer país en el mundo en contar con un marco estratégico de gestión financiera de riesgos de desastres elevado a nivel de ley, tras la promulgación del Decreto Ejecutivo 578 el 13 de noviembre de 2014. Con toda confianza y orgullo, los panameños pueden preciarse de contar con una estrategia integral para el manejo financiero del riesgo por desastres, que se ha convertido en un modelo de buenas prácticas para otros países y regiones.
La estrategia de Panamá es integral porque contempla diversas opciones para reducir el riesgo ante amenazas naturales, pero también para atender las emergencias tras estos fenómenos con recursos financieros propios, seguros agrícolas, seguros por catástrofes o líneas internacionales de crédito, según la severidad y frecuencia de los estragos. Uno de los instrumentos innovadores disponibles, por ejemplo, es el aseguramiento del riesgo soberano a través del Mecanismo de Seguros contra Riesgos Catastróficos del Caribe (Ccrif, por sus siglas en inglés), instrumento de bajo costo que proporciona recursos financieros inmediatos luego de un desastre, lo que le permite a los gobiernos atender mejor las necesidades iniciales de la población.
La estrategia panameña incluye además un plan con cerca de 150 acciones a implementar durante los próximos cinco años, para incorporar por ejemplo el análisis de riesgo por desastres en los planes de inversión pública; realizar estudios de probabilidad para evaluar el riesgo de desastres; propiciar una cultura sobre el aseguramiento para que los consumidores conozcan cómo funcionan y benefician los seguros ante riesgos, y avanzar en el ingreso de Panamá al Ccrif, entre otras actividades.
El Banco Mundial ha apoyado al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en el diseño de esta importante estrategia, en trabajo conjunto con el Centro de Coordinación para la Reducción de Desastres en América Central (Cepredenac) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Con este y otros resultados concretos, el Banco Mundial mantiene su compromiso de apoyar los esfuerzos de Panamá para mitigar los impactos de los fenómenos naturales adversos y el cambio climático, para continuar avanzando a favor en la inclusión social, la disminución de la pobreza y el fomento de la prosperidad compartida.