Para la población local, con fuentes limitadas de ingreso, la producción de miel autóctona y no autóctona reduce la presión sobre los bosques, dado que esta reemplaza —en parte— la necesidad de ganarse la vida mediante el carbón vegetal, una práctica que puede agotar los bosques y tener efectos negativos sobre la salud. Al mismo tiempo, fortalece la biodiversidad local al proteger los bosques que sirven de hábitat para las abejas. “La abeja se alimenta de la flor del quebracho, del algarrobo, del lapacho y del garabato. Este proyecto es una oportunidad para recuperar los bosques que habitamos… Ayudó a concientizar a los productores respecto a la naturaleza como una fuente de recursos más allá de la madera, urgiendo a aserraderos y leñadores a evitar la destrucción de las colmenas y a preservarlas. Ahora las familias saben que estos árboles son el hábitat de las colmenas, así que cuidan de ellos”, dice Silvia Godoy de la Unión de Pequeños Productores del Chaco (UNPEPROCH) de Pampa del Indio.
Desafío
Entre 2001 y 2019, Argentina perdió el 15 por ciento de su cubierta forestal, alcanzando una tasa de deforestación tres veces más elevada que el promedio para América Latina. Históricamente, la deforestación con fines agropecuarios y de ganadería son los principales motores de la pérdidas forestales, especialmente en la región del Chaco, donde tuvo lugar el 87 por ciento de la deforestación en los últimos diez años.[1] Algunas de las personas más pobres y aisladas de Argentina (a menudo personas indígenas y campesinos) viven en el Chaco, donde dependen fuertemente de los recursos naturales para su sustento. Estos bosques, y por tanto el sustento de las personas que viven en su interior y los alrededores, son particularmente vulnerables a las usurpaciones y al cambio climático.
Enfoque
El proyecto buscaba reforzar la protección de las áreas naturales vulnerables y conservar la biodiversidad biológica en el ecosistema del Gran Chaco, así como en los ecosistemas estepa patagónica y costero marino. Buscaba mejorar la resiliencia de la biodiversidad ante el cambio climático y proteger las existencias de carbono forestal.
El Banco Mundial trabajó junto a la Administración de Parques Nacionales de Argentina para la adopción de un “enfoque de corredores” para la conservación y el uso productivo de la tierra. Este enfoque logró generar un mayor nivel de continuidad y conectividad entre los ecosistemas del país, así como fortalecer la consistencia en la protección de la biodiversidad a través de los sistemas de parques nacionales y provinciales. Este proyecto llevó a cabo inversiones innovadoras en actividades respetuosas con los ecosistemas, incluida la producción de miel autóctona y no autóctona, turismo basado en la naturaleza y ganadería regenerativa (que gestiona de cerca dónde y por cuánto tiempo pastan los animales, regenerando la salud del suelo y los stocks de carbono), para mejorar los medios de vida de las comunidades locales a la vez que se preservan los ecosistemas locales y se mejora la resiliencia de la biodiversidad ante el cambio climático.
La miel de abejas autóctonas fue aprobada por la administración nacional de alimentos de Argentina y, con el apoyo del proyecto, se desarrolló tecnología para respaldar su producción, abriendo nuevas oportunidades para su comercialización. La producción orgánica de miel no autóctona de bosques locales también fue certificada para su exportación, creando una nueva y considerable fuente de valor a partir de los servicios de la naturaleza y los ecosistemas, y empoderando de esta manera a las comunidades locales en la protección de estos ecosistemas.
Resultados
El proyecto contribuyó a que la economía rural se volviese más inteligente con el clima al permitirles a las comunidades rurales realizar actividades productivas basadas en la naturaleza que derivaron en el uso sostenible de casi 200 000 hectáreas de bosques autóctonos.
Otros de sus resultados clave incluyen:
· Entre 2015 y 2021, el proyecto financió obras de infraestructura y equipos clave, capacitó a unos 260 guardaparques y apoyó el diseño de nueve planes de gestión de áreas protegidas mediante mecanismos participativos, logrando que 576 161 hectáreas alcanzasen un mayor nivel de protección de su biodiversidad.
· Se fortaleció la gobernanza a nivel federal, nacional y subnacional mediante la reactivación del Sistema Federal de Áreas Protegidas (SIFAP), que llevó al desarrollo de un Plan de Acción Común. La conservación de la naturaleza en las áreas protegidas respalda la mitigación y la adaptación ante el cambio climático.
· Hasta el momento de su finalización en diciembre de 2021, el proyecto había apoyado la introducción de prácticas de gestión del entorno sostenibles en 195 227 hectáreas adyacentes a las áreas protegidas en los corredores de conservación. En estas áreas, unas 1000 personas de las comunidades locales (45 por ciento mujeres y 42 por ciento personas indígenas) se beneficiaron de forma monetaria o no monetaria de los bosques donde viven.
· Entre 2019 y 2021, se diseñaron tres corredores para la conservación de la biodiversidad que abarcaban un mínimo de 4 millones de hectáreas (incluido el 10 por ciento de la región chaqueña en Argentina).
· Durante la vida útil del proyecto, se buscó mitigar el cambio climático mediante la protección de 14,6 millones de toneladas de carbono forestal.
[1] Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina. (2021). Native Forest Area Monitoring Report of 2020.