El país más pequeño en Centroamérica, El Salvador, cuenta con 6,4 millones de habitantes (además de 1,5 millones de salvadoreños que viven en el extranjero) y es uno de los países más densamente poblados, ubicado en el 83º percentil en el mundo en términos de densidad poblacional.
El crecimiento del PIB en El Salvador alcanzó el 2,3 por ciento en 2019, pero el país ha registrado niveles persistentemente bajos de crecimiento económico. El crecimiento anual de su PIB ha superado el 3 por ciento solo dos veces desde 2000 y ha promediado un 2,3 por ciento en años recientes.
El país tuvo recientemente una moderada reducción de la pobreza. Medida por la línea de US$5,5 por persona por día, la tasa de pobreza disminuyó del 39 por ciento en 2007 al 29 por ciento en 2017. La pobreza extrema (US$3,2 por persona por día) también disminuyó del 15 por ciento al 8,5 por ciento durante el mismo período.
El Salvador también se convirtió en un país más igualitario en los últimos años, con el segundo nivel más alto de igualdad en América Latina y el Caribe, después de Uruguay, a la par del promedio mundial. La desigualdad, medida por el coeficiente de Gini, se redujo de 0,51 en 2001 a 0,38 en 2018.
Sin embargo, la pandemia de la COVID-19 tendrá un impacto negativo significativo, aun cuando El Salvador fue el país de Centroamérica que más rápido adoptó fuertes medidas de contención contra el brote y sigue siendo uno de los países menos afectados en la región.
El Gobierno tomó además medidas para limitar el impacto de la pandemia en los hogares y las empresas. Las medidas incluyeron transferencias de efectivo a aproximadamente el 60 por ciento de todos los hogares; distribución de alimentos para hogares de bajos ingresos; un aplazamiento en el pago de servicios básicos, hipotecas y préstamos personales; extensiones para el pago del impuesto sobre la renta para personas y ciertas empresas; reducción de los requisitos de reserva de los bancos para nuevos préstamos y la relajación temporal de condiciones crediticias mediante un período de gracia para el pago de préstamos, entre otros. El Gobierno también invirtió en fortalecer las capacidades del sistema de salud pública, renovó varios centros hospitalarios y construyó un nuevo hospital especializado en el tratamiento de la COVID-19.
Aun así, la pandemia tendrá un impacto negativo en la reducción de la pobreza y el crecimiento económico y se espera que el PIB de El Salvador se contraiga un 8,7 por ciento en 2020, debido a la disminución de la actividad económica, una menor demanda agregada en los mercados internacionales y la reducción de las remesas enviadas a los hogares, principalmente desde Estados Unidos. Se espera que el crecimiento económico sea de un 4,9 por ciento en 2021.
El crimen y la violencia también han sido una amenaza para el desarrollo social y el crecimiento económico en El Salvador y están entre los principales motivos para que muchos salvadoreños migren. Sin embargo, las tasas de homicidios se han reducido drásticamente desde agosto de 2019, posicionando los indicadores de violencia del país hacia el promedio regional.
El país también tiene alta exposición al riesgo de eventos naturales adversos, incluidos terremotos y erupciones volcánicas. También es altamente vulnerable a los impactos del cambio climático, incluido el aumento de inundaciones, sequías y tormentas tropicales.
A pesar de estos desafíos, El Salvador tiene un gran potencial para impulsar el crecimiento económico. La ubicación estratégica del país con acceso a muchos mercados, una fuerza laboral en crecimiento y una base industrial sólida podría respaldar la expansión del sector comercial para lograr un crecimiento más fuerte e inclusivo. Los objetivos de desarrollo podrían lograrse con un compromiso a largo plazo con reformas estructurales, la creación de empleos de calidad y la inversión en capital humano.
Última actualización: Oct 09, 2020