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El Salvador: panorama general

El país más pequeño de América Central, El Salvador ha experimentado un crecimiento económico modesto en las últimas décadas, con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) anual que superó el 3 por ciento solo tres veces entre 2000 y 2022. Aun así, el país logró una disminución significativa de la pobreza y la desigualdad.

La tasa de pobreza (basada en una línea de pobreza de US$6,85 por persona por día-2017) disminuyó de cerca del 50 por ciento en 2010 a alrededor del 30 una década después. La pobreza extrema, medida en US$2,15 por día, disminuyó de casi el 10 por ciento en 2010 a casi un 1 por ciento en 2019. El índice de Gini cayó de 0,54 en 1998 a 0,38 en 2019, el más bajo de la región.

La pandemia de la COVID-19 tuvo un impacto negativo significativo en la vida de las personas y los ingresos de las familias. Aunque El Salvador adoptó rápidamente fuertes medidas de contención contra el brote y el Gobierno implementó una sólida respuesta fiscal para limitar el impacto de la pandemia en los hogares y las empresas, la pandemia asestó un duro golpe al crecimiento y el PIB se redujo un 8,2 por ciento en 2020.

La pobreza aumentó casi 5 puntos porcentuales entre 2019 y 2020, pero en 2021 volvió a situarse por debajo de la cifra anterior a la pandemia. La pobreza extrema, sin embargo, sigue siendo superior a las cifras anteriores a la pandemia. La desigualdad aumentó de 0,38 a 0,39 durante el periodo pandémico.

La economía de El Salvador creció un 10,3 por ciento en 2021, tras una caída del 8,2 por ciento en 2020 debido a la pandemia de la COVID-19, mientras que el crecimiento se moderó hasta el 2,8 por ciento en 2022 y se espera que alcance una media del 2,3 por ciento en 2023.  A mediano plazo, se prevé que el PIB converja al 2,1%, por encima de las medias históricas, gracias al consumo privado, la inversión pública y el turismo.

Persisten otros desafíos para El Salvador, como la necesidad de avanzar en reformas para la sostenibilidad fiscal. La respuesta fiscal a la crisis de la COVID-19 ayudó a mitigar sus impactos, costó alrededor del 15 por ciento del PIB y, junto con bajos ingresos y gastos rígidos, llevó la deuda pública a más del 90 por ciento del PIB. Para evitar el sobreendeudamiento, El Salvador requiere una consolidación fiscal para mejorar la movilización de ingresos y aumentar la eficiencia del gasto, al mismo tiempo que se protege la recuperación económica y a las personas en pobreza. Un paquete fiscal sólido también puede ayudar a El Salvador a reducir los riesgos de refinanciamiento.

A pesar de estos desafíos, El Salvador tiene un gran potencial para impulsar un crecimiento económico dinámico, inclusivo y resiliente. El país puede continuar priorizando el aumento de las inversiones en capital humano para fomentar su acumulación y fortalecer la eficacia del sistema de protección social. El Salvador también puede mejorar la inversión pública y privada, promover el acceso a empleos de alta calidad y fomentar un sector privado más dinámico, competitivo e innovador. Para reducir las vulnerabilidades, el país también puede promover una política fiscal sostenible y equitativa, fortalecer la resiliencia al riesgo de desastres y pandemias y consolidar la gobernanza y las instituciones.

Última actualización: Abr 04, 2023

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