Kigali, 12 de agosto de 2009 -- Quince años después del genocidio que le costó la vida a casi un millón de personas, Rwanda hace todo lo posible por rehabilitar su devastada infraestructura, restablecer las normas sociales y comenzar una estrategia de desarrollo a largo plazo.
La desmovilización exitosa y la reinserción económica de los ex combatientes son factores importantes en la estrategia y resultan fundamentales para mantener la estabilidad de este pequeño país sin litoral.
Reinserción de los ex combatientes de Rwanda
En junio de 2001, el gobierno de Rwanda solicitó que el Banco Mundial promueva los intentos de renovación y expansión del Programa de desmovilización y reintegración en Rwanda (RDRP, por sus siglas en inglés), que comenzó en 1997, después de la firma del acuerdo de paz de Lusaka, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y cuyo propósito era repatriar y reintegrar a los miembros de grupos armados de Rwanda. Muchos de estos grupos habían huido hacia países vecinos tales como la República Democrática del Congo después de finalizado el genocidio. El programa de desmovilización se dirigió también a los miembros del Ejército patriótico de Rwanda (RPA, por sus siglas en inglés) con el fin de reducir la carga económica que provoca un ejército grande.
En la segunda etapa del programa, el Banco Mundial ayudaría a movilizar los recursos y a coordinar el apoyo de los donantes, entre otras actividades.
En el año 2002, el Banco inició el Programa de emergencia para la desmovilización y reinserción (EDRP, por sus siglas en inglés) financiado por la Asociación Internacional de Fomento. El objetivo del programa de US$25 millones era desmovilizar a 45.000 ex combatientes más y proporcionarles asistencia para la reinserción en la vida civil. Asimismo, el programa ayudó a facilitar la reasignación de los recursos del gobierno que se destinaban a gastos militares para aplicarlos a ámbitos clave como los sectores social y económico.
Los ex combatientes desmovilizados incluían aquellos que sufrieron graves heridas durante la guerra y en la actualidad padecen importantes discapacidades. Algunos habían perdido todas sus extremidades, en tanto que otros quedaron paralizados. También hubo soldados que perdieron la vista y otros que se vieron afectados por graves discapacidades mentales como resultado de su participación en la guerra. Si bien algunos de los ex combatientes regresaron a sus hogares para vivir con sus familias, muchos necesitaron atención durante todo el día e instalaciones accesibles para discapacitados y por tal motivo fueron enviados a hospitales militares.
Es necesario construir una esperanza duradera
Frente al desafío de la reinserción, y en consonancia con la legislación recientemente establecida de protección social de los ex combatientes con discapacidades, la Comisión de desmovilización y reinserción de Rwanda (RDRC, por sus siglas en inglés), la agencia gubernamental encargada de ejecutar el programa, comprendió que gran parte del proceso de reinserción dependía del acceso a hogares para los discapacitados.
“Lo que necesitaban urgentemente [los ex combatientes] eran casas”, dijo Francis Musoni, coordinador de la comisión.
Con la ayuda del Banco Mundial, la comisión diseñó un plan de viviendas que se incluiría en el proyecto EDRP. Después de una planificación cuidadosa y con un enfoque innovador, el plan recibió el visto bueno y en 2008 se construyeron 162 casas accesibles para discapacitados.
En la actualidad, el plan de viviendas se encuentra a disposición de todos los soldados discapacitados que fueron desmovilizados, independientemente de su previa afiliación militar. Para tener derecho a una casa, se deberá comprobar que el ex combatiente sufra un porcentaje de discapacidad de al menos el 90%, en consonancia con la nueva legislación.
La disposición que establece un estipendio mensual de 50.000 francos rwandeses durante toda la vida a cada persona integrada en el plan, se encuentra incluida también en el marco de la legislación. Esta pequeña asignación ayuda a cubrir el costo de la subsistencia y el salario de un asistente de tiempo completo si fuera necesario.
“Ahora pueden vivir en un entorno familiar y cuentan con una comunidad a su alrededor, que era lo que les faltaba en el hospital”, dijo Musoni. “Se los ve más saludables que cuando estaban en el hospital y parecen más felices cuando sonríen”.
Asimismo, los beneficiarios del proyecto tienen derecho a seguro médico y transporte gratuitos.
“Se puede ver un cambio en su comportamiento, tienen una esperanza renovada en la vida”, dijo Musoni.
Los desafíos que enfrenta el programa
Si bien ya son 162 los ex combatientes que recibieron viviendas por medio del programa EDRP, hay aún más de 300 soldados que necesitan hogares aptos para discapacitados. Las casas que se construyeron requieren más recursos para construir muros de contención y letrinas de hoyo seco y para acceder a la electricidad. A pesar de que los recursos no alcanzaron para completar el plan, la comisión RDRC planea expandir el programa a fin de incluir la capacitación en materia de habilidades laborales de los que están en condiciones de trabajar, y también construir talleres de producción e instalaciones de recreación en los complejos de viviendas para discapacitados.
El Proyecto de emergencia para la desmovilización y reinserción se cerró en diciembre pasado. Sin embargo, el Banco Mundial se comprometió a financiar la segunda fase del programa para respaldar su continuidad por tres años adicionales. El objetivo del apoyo del Banco es ayudar a la Comisión para que continúe con el trabajo de la reconciliación nacional. También se propone contribuir con la paz general en la región oriental de la República Democrática del Congo, que fue afectada por el conflicto de Rwanda, y ayudar al gobierno de este país a desmantelar los últimos elementos armados que quedan del genocidio.