ARTÍCULO

América Latina: ¿sirven realmente a los pobres las redes de protección social?

Junio 17, 2011


WASHINGTON, 17 de junio de 2011 – ¿Cuál sería tu reacción si te dijesen que todo un país del tamaño de Ecuador, Chile o Guatemala ha sido salvado de la hambruna de un solo plumazo?

¿Algo difícil de comprender o visualizar de buenas a primeras? Eso es, sin embargo, a lo que equivale haber salvado a 16 millones de caer en la pobreza absoluta, de acuerdo a un informe independiente que destaca el rol de las redes de protección social en la defensa de los pobres ante choques económicos, especialmente durante la reciente crisis financiera global.

Un estudio del Grupo de Evaluación Independiente muestra que la mayoría de las redes de protección social apoyadas por el Banco Mundial —diseñadas para proteger a los pobres y contribuir a la reducción de la pobreza crónica— alcanzó sus objetivos. En varios países de América Latina, por ejemplo, los programas de transferencia de efectivo condicionadas proporcionaron a las familias más pobres los recursos necesarios y ayudaron a mejorar las tasas de asistencia escolar de los niños.

"Los países que se prepararon creando redes permanentes de protección social en épocas de estabilidad —como Chile, Colombia o Georgia— estuvieron en mejores condiciones de reaccionar cuando se desataron las crisis", dijo Vinod Thomas, director general de evaluación del Grupo Banco Mundial. "El Banco pudo ayudar con más eficacia a los países en los que ya llevaba adelante actividad crediticia, servicios de asesoramiento o diálogo sobre políticas en la última década", dijo Thomas.

A manera de ejemplo, el informe muestra evidencia de un alza en el consumo y, por contraste, un descenso en la pobreza en los países con redes de protección social activas.

"Datos sobre programas de transferencia de efectivo condicionadas en cinco países (Nicaragua, Honduras, Paraguay, Colombia y México) advierten aumentos en el consumo de 9 a 18 por ciento y reducciones en la extrema pobreza de 10 a 17 por ciento entre los beneficiarios", afirma el estudio. Continúa señalando que los programas de transferencia de efectivo en México y Colombia ayudaron a aumentar la tasa de graduación de la secundaria entre 4 y 8 puntos porcentuales.

El Banco Mundial prestó servicios de crédito y asesoramiento por valor de US$11, 500 millones para redes de protección social en el mundo en desarrollo durante 2000-2010. A raíz de las crisis de los combustibles, los alimentos y el sector financiero, el número de países que recibió apoyo del Banco para esos programas aumentó de 68 a 83; más de la mitad de los nuevos receptores son de ingreso bajo. En el estudio también se llegó a la conclusión de que pocos países estaban preparados para la triple crisis que había empujado a otros 64 millones de personas a la pobreza extrema para fines de 2010. En los países de ingreso mediano, los programas de protección social estaban dirigidos, por lo general, a ayudar a quienes vivían en la pobreza crónica antes que a aquellos que perdían el trabajo, y no tuvieron la flexibilidad suficiente para modificar las estrategias de focalización. Muchos países de ingreso bajo carecían de datos sobre la pobreza y de sistemas para llegar a las personas más pobres, quienes se habrían beneficiado de los subsidios y los empleos de corta duración que las redes de protección social pueden proporcionar.

En Argentina, uno de los países de ingreso medio más grandes de la región, el Banco respalda la Asignación Universal por Hijo (AUH) que actualmente beneficia a 3.5 millones de niños y se ha convertido en una valiosa herramienta para suplementar el ingreso familiar y sobreponerse a la pobreza absoluta, de acuerdo al experto Rafael Rofman.

"AUH se ha convertido en uno de los más amplios programas en términos de su impacto en la distribución del ingreso y en la reducción de la pobreza y la extrema pobreza", advierte Rofman, especialista principal en protección social del Banco Mundial en Argentina.

Las crisis mundiales, la desigualdad persistente, los frecuentes desastres naturales y las perturbaciones económicas imprevistas han subrayado la necesidad de contar con programas de protección social en todos los países, independientemente de sus niveles de ingreso. El Banco Mundial se encuentra en una posición única para ofrecer respaldo permanente en este ámbito a sus clientes mediante sus programas de financiamiento y asesoría. En este momento clave, tiene la oportunidad de producir efectos más importantes mejorando su estrategia y sus mecanismos de prestación de servicios.

"El Banco Mundial debe mantener el ímpetu que demostró recientemente y aumentar su actividad en los países de ingreso bajo, donde las redes de protección social son importantes para amparar a los más pobres", afirmó Jennie Litvack, autora principal del estudio. "Resulta alentador saber que la administración del Banco se está ocupando de estos temas al formular su nueva estrategia de protección social".

De cara al futuro el estudio recomienda varias mejoras. En primer lugar, se subraya la importancia de trabajar con los países, en épocas de estabilidad, para elaborar programas de protección social que sean lo suficientemente flexibles como para hacer frente a perturbaciones sistémicas. En segundo término, se destaca la importancia de fortalecer los sistemas y la capacidad institucional en materia de protección social, particularmente en los países de ingreso bajo. En tercer lugar, se exhorta a adoptar marcos de resultados con mejoras en el diseño de los programas, el seguimiento de resultados y los vínculos con los objetivos de desarrollo de los países.

 


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