Fatema Begum escuchó la advertencia de evacuación cuando el ciclón Sidr se hizo sentir en la costa suroeste de Bangladesh en 2007. Pero no se marchó hasta que su casa comenzó a inundarse. El refugio más cercano estaba a solo cinco metros de distancia. Sin embargo, en la oscuridad y con el agua que subía rápidamente, esa pequeña distancia pareció que se trataba de cinco kilómetros. Con dos niños pequeños a cuestas, tuvo que luchar para llegar. Si bien lo logró arribando completamente empapada, se sintió afortunada de estar viva.
Begum describió recientemente su dura experiencia a los investigadores que intentan determinar de qué manera se pueden mejorar las probabilidades de supervivencia de las mujeres en uno de los países más propensos a desastres del planeta, y donde las mujeres han muerto en mucho mayor número que los hombres.
Su historia y varias otras están incluidas en un documental y estudio realizados para el Banco Mundial y su fondo para los países más pobres, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) . El estudio presenta un inventario de los refugios contra ciclones y entrega nuevos datos sobre la preparación en caso de emergencias en algunas de las regiones más vulnerables de Bangladesh.
Uno de los objetivos principales de la investigación es reunir pruebas sobre cómo considerar el tema del género en el riesgo de desastres y las respuestas posteriores a una catástrofe.
“Bangladesh ha hecho una gran inversión en la gestión del riesgo de desastres, y está salvando vidas”, dice Sabah Moyeen, especialista en Desarrollo Social del Banco Mundial, que lidera esta iniciativa. “Sin embargo, la inclusión de las cuestiones de género en todos los aspectos de la planificación y recuperación en casos de desastres podría salvar más vidas”.
En 1970, antes de que existieran los sistemas de alerta temprana y de seguimiento de tormentas por satélite, el enorme ciclón Bhola causó unas 300 000 víctimas en Bangladesh. Uno de los aspectos más llamativos de dicha tormenta fue que hubo 1 víctima fatal masculina por cada 14 víctimas femeninas.
El ciclón Sidr, unos 37 años después, fue igual de poderoso, pero el número de fatalidades se redujo a alrededor de 3500. La proporción de muertes bajó de 1 hombre por cada 5 mujeres.
Entre las dos tormentas, Bangladesh se convirtió en un modelo de preparación en casos de desastre. Se construyeron cerca de 3500 refugios contra ciclones con la ayuda de asociados, incluida la AIF. En la actualidad, hay más obras en desarrollo a través del Proyecto de Reconstrucción de Emergencia después de Ciclones, que cuenta también con respaldo de la AIF, y otras iniciativas. El Gobierno, en conjunto con la Sociedad de la Media Luna Roja, estableció el Programa de preparación para enfrentar ciclones (i) y un sistema de alerta temprana.
Una de las estrategias más efectivas fue hacer participar a las mujeres, dicen los expertos en riesgo de desastres. La mayoría de ellas estaba en el hogar, era responsable de los niños y los ancianos, y permanecía aislada cultural y socialmente. Murieron durante los ciclones porque no escucharon las advertencias, o porque tuvieron que ocuparse de otros así como de sí mismas. Muchas de ellas no querían evacuar sus hogares sin su esposo u otro varón que las acompañara.
Bangladesh hizo que las mujeres promovieran las medidas de preparación y dispuso espacios separados para mujeres y niños en los refugios. Las mujeres salieron más rápidamente de sus hogares al ver y escuchar que otras congéneres pedían y lideraban la evacuación. Pero sigue habiendo obstáculos. En estudios recientes, las mujeres manifestaron que perciben a los refugios como lugares inseguros donde tienen que sacrificar su privacidad, y los maridos los ven como sitios a los que no quieren llevar a sus esposas.
Begum dijo que su albergue local carecía de agua potable y baños, dos cosas que consideraba esenciales. No había luz para guiarla. Una vez en el refugio, tuvo que permanecer junto a sus hijos en una habitación llena de hombres.