La piel se arruga, salen las canas, nos caen los años encima en cuestión de segundos. ¿Efecto especial de videojuego o realidad del siglo XXI? Por fortuna se trata de un envejecimiento estadístico. La mala noticia es que ocurre en Latinoamérica.
En parte debido a su mayor capacidad para reducir la mortalidad y controlar la natalidad, la población latinoamericana está envejeciendo a un ritmo mayor que el resto del mundo. En las últimas cinco décadas, la expectativa de vida per cápita se ha catapultado en 22 años, mientras que la fertilidad ha caído a la mitad.
Nada menos que siete naciones latinoamericanas ocupan el ránking de los 25 países del mundo cuya población mayor de 60 años crece más rápidamente. Estos son: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, y Perú.
En dos generaciones la población cercana a la edad de retiro se triplicará, lo cual ha despertado las alertas entre los expertos. Afirman que esto puede impactar tanto en el bienestar individual como de los países.
Un reciente informe del Banco Mundial afirma que este fenómeno debería preocupar a los diseñadores de políticas públicas por dos razones. Uno, porque el crecimiento económico será más arduo en países con grandes poblaciones de gente mayor. Dos, porque será más difícil satisfacer la demanda de servicios, de salud y jubilación, por ejemplo, en sociedades como las latinoamericanas de bajo y mediano ingreso.
“Hace falta construir y solidificar instituciones económicas y sociales para asegurar los ingresos, servicios de salud adecuados y otras necesidades asociadas con el envejecimiento”, afirma el estudio ¿Está preparada Latinoamérica para el envejecimiento de su población?
Un par de desafíos inmediatos para la región son mejorar su tasas de graduación escolar secundaria y el empleo para los jóvenes, cuyas deficiencias han contribuido a la creación del limbo de los ninis, los que no estudian ni trabajan y que ya suman más de 30 millones.