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Una mayor inversión en la primera infancia es esencial para el desarrollo y la inclusión en el mundo árabe

Mayo 11, 2015


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  • Distintos estudios muestran que lo que les sucede a los niños durante los primeros años determina los resultados que obtendrán en sus vidas.
  • Sin embargo, los niveles de inversión en la primera infancia de la región de Oriente Medio y Norte de África se encuentran entre los más bajos del mundo.
  • Una mayor inversión en el desarrollo durante la primera infancia no solo tendría un gran impacto en los niños, sino que también permitiría abordar la desigualdad e influir en la trayectoria de desarrollo de los países.

Si bien podría pensarse que lo que menos preocupa actualmente en la región de Oriente Medio y Norte de África es la inversión en escuelas de nivel preescolar y en cuidado infantil, nuevos datos sugieren que, en realidad, ello debería constituir una prioridad. Diferentes estudios muestran que lo que les sucede a los niños en los primeros años —en el plano físico, psicológico y emocional— determina los resultados que obtendrán en sus vidas. Esto es, incide en las posibilidades que tienen de progresar en la escuela y conseguir empleo, ganarse la vida decentemente y, a su vez, generar las condiciones (sociales y económicas) para criar a sus propios hijos. La inversión en la primera infancia proporciona importantes beneficios no solo a las personas, sino también a las sociedades. Cuando no se invierte en el desarrollo en la primera infancia, se produce el efecto contrario y la pobreza se transmite de una generación a otra.

Aun así, los niveles de inversión pública en la primera infancia de la región de Oriente Medio y Norte de África se encuentran entre los más bajos del mundo; en 2011, la tasa de matriculación en la educación preescolar era de un 27 %, la mitad del promedio mundial. Alrededor de uno de cada 40 niños muere durante el primer año de vida, a menudo de enfermedades prevenibles. La malnutrición retrasa el crecimiento de aproximadamente el 18 % —casi un quinto— de los niños, afectándolos tanto cognitiva como físicamente. Los niños que padecen malnutrición suelen tener dificultades para aprender, por lo que se encuentran en permanente desventaja en la escuela y en las etapas posteriores de la vida. Dentro de 25 años, un quinto de la fuerza de trabajo de la región probablemente sea menos productivo de lo que podría haber sido si hoy en día se implementaran más programas para mejorar la nutrición y el cuidado de los niños.

Hasta el momento, el nivel de información e investigación sobre el desarrollo en la primera infancia en la región de Oriente Medio y Norte de África ha sido escaso. Un nuevo informe del Banco Mundial, Expanding Opportunities for the Next Generation: Early Childhood in the Middle East and North Africa (Mejorar las oportunidades para la próxima generación: La primera infancia en Oriente Medio y Norte de África) (i) constituye un intento por remediar esta situación. En él se reúnen investigaciones y datos de 12 países y territorios de la región: se proporciona información pertinente sobre el desarrollo en la primera infancia desde varias perspectivas y cifras de referencia basadas en los últimos datos disponibles a los que los Gobiernos y las organizaciones pueden recurrir mientras planifican el futuro.

El patrón predominante es que muchos países obtienen, al mismo tiempo, resultados satisfactorios en algunos aspectos del desarrollo en la primera infancia y deficientes en otros. En el Líbano, por ejemplo, el 95 % de las madres recibe atención médica prenatal, pero solo el 51 % de los niños está debidamente vacunado al cumplir el primer año de vida. Por otra parte, en 2007, antes del conflicto en Libia, la mayoría de los nacimientos (99 %) en este país eran atendidos por personal capacitado, pero apenas más de la mitad de los niños (52 %) vivía en hogares que usaban sal yodada, vital para el desarrollo cerebral, y un número mucho menor de ellos (9 %) había accedido a la educación básica o recibido cuidados profesionales.



" Los niños deben tener las mismas oportunidades para desarrollarse de manera saludable durante los primeros años de vida, independientemente de las circunstancias "

Safaa El-Kogali

Gerente de las Prácticas Mundiales de Educación en la región de Oriente Medio y Norte de África del Banco Mundial


El contexto socioeconómico de un niño determina en gran medida sus posibilidades de acceder a los diversos factores que contribuyen a un desarrollo saludable en la primera infancia. En el informe se estima que un niño del segmento más pobre de la sociedad libanesa tiene el 51 % de probabilidades de estar debidamente vacunado al cumplir un año, mientras que las probabilidades aumentan al 79 % en el segmento más rico. En Túnez, un niño del segmento más pobre tiene el 4 % de probabilidades de recibir educación o cuidados específicos en la primera infancia, cifra que asciende al 97 % en el segmento más rico. Dado que estas desigualdades en la primera infancia son la causa de muchas de las diferencias que se observan entre los adultos, los programas enfocados en estas disparidades durante la infancia pueden ser herramientas poderosas para abordar el problema de la falta de igualdad.

“Los niños deben tener las mismas oportunidades para desarrollarse de manera saludable durante los primeros años de vida, independientemente de las circunstancias, razón por la cual resulta indispensable priorizar el desarrollo en la primera infancia”, declaró Safaa El-Kogali, gerente de las Prácticas Mundiales de Educación en la región de Oriente Medio y Norte de África del Banco Mundial y autora principal del informe. Las intervenciones en salud pública, como la yodación de la sal, pueden ser sencillas, eficaces y económicas. Asimismo, tienen un impacto enorme, sobre todo en el caso de los niños desfavorecidos. Lo mismo puede decirse de la ampliación de los programas de vacunación y nutrición en los que se monitorea a los niños y se pone el énfasis en aquellos que presentan riesgos de malnutrición. Las inversiones en atención y educación durante las etapas iniciales también generan importantes beneficios. “La vida de millones de niños puede mejorarse rápidamente cuando los países dan prioridad al desarrollo en la primera infancia, lo que a la larga puede influir en la trayectoria de desarrollo de los países”, agregó El-Kogali.

Argelia (i) es un caso típico. Como nación, se destaca por haber mejorado notablemente los niveles de matriculación de la educación preescolar en menos de una década con la introducción de un plan de aprendizaje específico en 2004. Previamente, solo el 2 % de los niños argelinos accedía a la educación preescolar. Para 2011, el 75 % se encontraba en esa situación y la mayoría de las escuelas de nivel preescolar (86 %) eran estatales. Otras iniciativas incluyen el caso de Jordania, donde se puso en marcha un proyecto destinado a las familias desfavorecidas que apuntaba a mejorar la capacidad de los padres para criar a sus hijos. Se centraba en brindarles mayor información sobre el desarrollo en la infancia, la función de la familia, la disciplina positiva y la importancia del juego. En el marco del proyecto, se buscó la ayuda de imanes para enseñar a los padres, en particular, a educar mejor a sus hijos al término de las oraciones de los viernes.

En general, los indicadores de desarrollo en la primera infancia se modifican con relativa lentitud a través del tiempo, pero esto puede cambiar debido a las crisis y los conflictos que hoy afectan a la región de Oriente Medio y Norte de África. Los programas de desarrollo infantil posiblemente se encuentren ante nuevos desafíos y nuevas oportunidades para mejorar. “Si se espera, los desafíos serán mayores y será más costoso revertirlos; el momento de empezar es ahora”, concluyó El-Kogali.


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