La línea que se dibuja sobre la tira de papel no anuncia un embarazo. En cambio, el resultado positivo en esta prueba representa el diagnóstico de una enfermedad infecciosa cuya buena noticia es, en todo caso, haberla detectado e identificado rápidamente para empezar a tratarla.
Los dispositivos, aplicables tanto en laboratorios, como en salas de atención primaria o en corrales en medio del campo, son capaces de detectar patologías tales como el mal de Chagas, el síndrome urémico hemolítico, la brucelosis, la fiebre aftosa y el dengue.
La novedosa solución es uno de los productos de la empresa Chemtest, creada en 2015 por Andrés Ciocchini, Diego Comerci y Juan Ugalde, investigadores del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín (IIB-UNSaM), junto con otros dos socios privados, integrantes de la empresa farmacéutica veterinaria Biochemic.
La nueva firma fue un punto de convergencia entre la biotecnología y la nanotecnología, que dio origen a un sistema de diagnóstico para enfermedades humanas y animales.
“Actualmente, la mayoría de los diagnósticos rápidos son importados, lo que implica un alto costo para el sistema de salud, y por lo tanto, un alcance limitado. Por ello, esta innovación representa una enorme oportunidad de llegar a más personas, principalmente aquellas más vulnerables y que viven alejadas de los grandes centros de salud, con una tecnología desarrollada aquí mismo en Argentina”, dijo Cristian Quijada Torres, especialista del Banco Mundial y responsable del proyecto de Fomento a la Innovación Productiva que financia iniciativas como éstas a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación.
Saltar las barreras
Llegar hasta las puertas del mercado fue un proceso más largo que la vida de esta joven empresa. Para los fundadores, la historia se remonta a 2013, cuando formaron parte de un consorcio de investigación entre empresas privadas e instituciones públicas, financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) con apoyo del Banco Mundial.
“Este tipo de programas que lleva adelante el Ministerio buscan fortalecer la vinculación entre el sector científico-tecnológico con el sector productivo, con el objetivo de desarrollar plataformas tecnológicas que puedan derivar en productos o servicios que mejoren la calidad de vida de la población”, menciona Lino Barañao, Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
De allí surgió un dispositivo de diagnóstico que recibió el nombre de “NanoPoc”, un detector de enfermedades infecciosas portátil e instantáneo. Este hallazgo fue el punto de partida para Chemtest, que aplicó aquella innovación a plataformas diagnósticas clásicas.
“Una de las opciones era hacer la transferencia de tecnología y que un tercero las llevara al mercado. Otra, era establecer nosotros mismos una empresa y crear los productos para comercializar”, cuenta Comerci que, junto con sus compañeros apostaron por la segunda opción y se asociaron a la empresa veterinaria Biochemic.
“La clave del éxito estuvo en armar un equipo de trabajo con lo mejor de cada uno, tanto desde el sector privado como desde el académico. El trabajo en conjunto permitió superar los desafíos propios de cualquier nueva empresa: desde la organización empresarial, pasando por el costado financiero hasta la gestión de calidad de los productos”, opina Fabián Cairo, socio fundador de Biochemic y de Chemtest.
Así fue como Chemtest accedió a otro programa de la ANPCyT que busca fomentar la creación de empresas de base tecnológica.