Las imágenes que ilustran en los atados de cigarrillos los efectos de este hábito son menos crudas si pensamos que el consumo de tabaco es la principal causa evitable de muerte en el mundo. Cinco millones de personas pierden la vida cada año por este motivo y, de no detener esta tendencia, la cifra podría aumentar a 8,5 millones en solo un par de años.
Argentina es reflejo de lo que ocurre en el mundo. El tabaquismo figura entre los factores de riesgo más importantes en muerte prematura y de acuerdo al Estudio Global de Carga de Enfermedad realizado en 2016.
Disminuir el consumo de tabaco, ha sido objeto de distintas políticas públicas y programas implementados en el país por más de una década. Aunque el desafío sigue en pie, los esfuerzos para reducir el tabaquismo ya han mostrado resultados positivos.
Según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), que mide la prevalencia del hábito en el país, el consumo de tabaco se redujo desde un 30,1% de la población en 2009 a 25,1% en 2013. El descenso fue mayor a lo esperado, ya que resultó incluso por debajo de la meta estimada en los programas oficiales para 2015.
Argentina logró que la reducción del tabaquismo se diera a una de las tasas más aceleradas de la región, cediendo a un ritmo de 2,8% anual entre 2006 y 2012, según un estudio de la Universidad de Washington.
En acción
Parte de las acciones para acabar con esta adicción fueron potenciadas en la segunda etapa del plan de Funciones Esenciales de Salud Pública (FESP 2), que el Ministerio de Salud ha llevado adelante para mejorar la salud de la población, con el respaldo del Banco Mundial.
“Existe evidencia a nivel internacional acerca de la relevancia de adoptar medidas legislativas, ejecutivas y administrativas destinadas al control del tabaco, al tiempo que es reconocida la importancia del compromiso político y del establecimiento de medidas intersectoriales y coordinadas”, dice Luis Pérez, Especialista Senior en Salud Pública del Banco Mundial.
Por ello, la estrategia local para combatir el tabaquismo comprende una batería de medidas que abordan distintos aspectos relacionados con los modos de vida de los consumidores de tabaco. Este curso de acción se plasmó en el Programa Nacional de Control de Tabaco, que aporta trabajo y financiamiento en recolección de datos, prevención y medidas en beneficio de la salud pública.
Dado que la solución de problemas empieza por el diagnóstico, el programa incluyó entre sus objetivos la realización de la segunda Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, en 2013. El estudio recogió información sociodemográfica e indagó sobre la salud general, acceso a la atención médica, alimentación, consumo de alcohol y de tabaco, e incluyó la exposición al humo de otros fumadores, entre otras variables que ayudaron a echar luz sobre los riesgos y complicaciones existentes en la población.
Impulsar la toma de consciencia es otro de los pasos que se han dado en la lucha contra el tabaquismo. El programa dio lugar a estudios para campañas de comunicación, como el impacto emocional de las advertencias en los paquetes de cigarrillos, implementadas en el país desde 2012, en el marco de la Ley Nacional de Control del Tabaco N° 26.687, sancionada en 2011.
Pies gangrenados, fetos afectados, pulmones manchados, disfunción sexual. La inclusión de mensajes en los envoltorios constituye una medida efectiva según la Organización Mundial de la Salud (OMS) para favorecer el abandono del consumo de tabaco entre los fumadores, y evitar el que adolescentes se inicien en el vicio.
Libres de humo
Otro de los puntos de desaliento al cigarrillo tuvo lugar a nivel municipal. Los “municipios libres de tabaco” se multiplicaron en el país desde 2012, impulsados por los ministerios de Salud provinciales, con incentivos de reembolso por parte de la Nación.
Esta otra iniciativa favorable a la salud y promovida por la OMS ya incluye en la Argentina a 121 ciudades, que cumplen los requisitos para ser consideradas “libres de humo”. Es decir, tienen legislación para prohibir el consumo de tabaco en el interior de lugares cerrados de acceso público y controlan que eso se cumpla; hacen campañas de educación e información; y predican con el ejemplo en dependencias municipales.
Los resultados de las iniciativas públicas locales muestran también la efectividad de estrategias para que las personas dejen de fumar, como un manual de autoayuda y la Guía Nacional de Tratamiento de la Adicción al Tabaco, así como el establecimiento de ambientes libres de humo.
Consecuencia de esto último es la mejora del entorno para los fumadores pasivos, al reducirse la exposición al humo ambiental de tabaco de 40,4% en 2009, al 36,3% en 2013. En particular, la salubridad del ambiente mejoró en el mismo periodo en lugares de trabajo (34% al 25%), y cayó en bares y restaurantes, del 47,2% al 23,5%.
Actualmente, la Secretaria de Salud continúa impulsando la lucha contra el Tabaquismo a través de su Direccion de Enfermedades Crónicas, y con el apoyo del Programa “PROTEGER”, también con apoyo técnico y financiero del Banco Mundial.
Una encuesta de vigilancia yelefónica, de diciembre de 2018, de la Secretaria de Salud, financiada por este proyecto, muestra una tendencia declinante en el consumo de tabaco, que llega al 19,6% de la población adulta, un dato muy alentador.
Entre las políticas para seguir luchando contra el tabaquismo, queda por delante la ratificación del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. Junto a los logros que se van sumando, será otro paso fundamental para ganarle al vicio.
