En la República Dominicana se llevó a cabo un taller atípico; en él estuvieron presentes no solo expertos en biodiversidad y líderes de la sociedad civil, sino también un participante poco común y en peligro de extinción: Leo, un gavilán de la Hispaniola. Leo y los demás se reunieron en Santo Domingo para asistir al taller de mitad de período del Proyecto de Zonas Críticas del Caribe, una innovadora iniciativa de conservación de la biodiversidad que permite empoderar a las organizaciones de la sociedad civil para que asuman un papel de liderazgo en esta esfera. Considerando que solo quedan 500 ejemplares de su especie en la naturaleza, Leo simboliza la urgencia de los esfuerzos de conservación.
El Proyecto de Zonas Críticas del Caribe, respaldado por el Banco Mundial y ejecutado a través del Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos (CEPF), se ha distinguido por proporcionar financiamiento directo a organizaciones de la sociedad civil. Este enfoque innovador garantiza que las personas que viven más cerca de la tierra y de sus desafíos cuenten con la capacidad para impulsar el cambio mediante la creación de modelos de conservación que sean sostenibles y pertinentes a nivel local.
Como esencia del proyecto, se reconoce que las comunidades locales y las organizaciones de la sociedad civil tienen los conocimientos y la voluntad de conservar la biodiversidad si se les proporcionan los recursos y el apoyo correspondientes. El proyecto, que abarca desde la apicultura en la República Dominicana hasta la elaboración de mapas de riesgos climáticos en San Vicente y las Granadinas, ya ha demostrado el poder de las iniciativas de conservación impulsadas por la comunidad.
El taller de mitad de período reunió a beneficiarios de toda la región para compartir sus éxitos, desafíos y mejores prácticas. Natalia Magradze, jefa de equipo del proyecto y especialista sénior en medio ambiente, destacó la importancia de estos encuentros: “Este tipo de talleres son esenciales para garantizar que los proyectos avancen según lo previsto y facilitar el aprendizaje entre pares. Al reunir a los beneficiarios, creamos un espacio donde las organizaciones pueden aprender de las experiencias ajenas y redefinir sus enfoques para maximizar el impacto”.
Proyectos innovadores que marcan la diferencia
En el taller se presentaron varias iniciativas de conservación inspiradoras que demostraron cómo las comunidades locales y las organizaciones de la sociedad civil están encontrando soluciones innovadoras para proteger tanto su entorno natural como sus medios de subsistencia:
· Apicultura para conservar la flora y contribuir a la resiliencia económica: En las zonas de amortiguamiento del Parque Nacional Sierra de Bahoruco, 40 mujeres han recibido capacitación en apicultura sostenible y conservación de la flora. Han plantado 10 hectáreas de especies de árboles autóctonas esenciales para la polinización, con lo que crearán una fuente sostenible de ingresos y protegerán la biodiversidad.
· Protección del gavilán de la Hispaniola: Teniendo en cuenta que hay menos de 500 ejemplares de la especie en la naturaleza, The Peregrine Fund y Fondo Peregrino están trabajando en un plan de acción a 10 años para proteger esta ave en peligro de extinción a través de la gestión del hábitat y la participación de la comunidad.
· Elaboración de mapas de riesgos climáticos en San Vicente y las Granadinas: En respuesta a las amenazas ambientales, JEMS, una organización de voluntarios que ayuda a las comunidades a proteger los recursos naturales, ha dotado a seis comunidades de las herramientas necesarias para elaborar mapas de riesgos climáticos. Este enfoque proactivo les permitió tomar medidas de protección para salvar vidas durante el paso del huracán Beryl.
· Cultivo de café inocuo para las aves: En la República Dominicana, la Sociedad Ornitológica de la Hispaniola (SOH Conservación) apoya a los agricultores locales en la producción sostenible de café cultivado a la sombra. Los caficultores ya han plantado 34 725 plántulas de árboles en más de 30 hectáreas aplicando distintas prácticas inocuas para las aves. Los granos de café cultivados a la sombra se consideran de mejor calidad en el mercado y pueden proporcionar mayores ingresos a los agricultores.
Sociedad civil: Socios esenciales para la conservación en el Caribe
Las organizaciones de la sociedad civil son fundamentales para el éxito de esta iniciativa, ya que proporcionan la experiencia y las conexiones locales necesarias para una labor de conservación de gran impacto: “Las organizaciones de la sociedad civil están arraigadas en las comunidades locales. Se encuentran en la primera línea de acción, trabajando para lograr avances duraderos en materia de biodiversidad. Como aliados comunitarios de larga data, generan confianza, defienden prácticas sostenibles y brindan la continuidad que requieren los más afectados por la pérdida de biodiversidad. Por eso son socios esenciales para la conservación”, dice Natalia.
“Si te enfocas en las personas, las valoras y empoderas, se convierten en protectoras de los recursos naturales; comienzan a notar su importancia. Ven que si cuidan la naturaleza, pueden obtener lo suficiente para vivir de estos recursos. Es un incentivo muy poderoso”, dijo el Dr. Andrew Simmons, jefe del proyecto de elaboración de mapas de riesgos climáticos en San Vicente y las Granadinas, de JEMS.
El taller constituyó un paso concreto hacia el fortalecimiento de las capacidades de estas organizaciones a través de la creación de redes estratégicas y el intercambio de conocimientos. Al reunir a diversas partes interesadas, se creó una plataforma para mejorar la colaboración y fortalecer la capacidad. “En una zona insular hay muchos obstáculos: el mar, el idioma y las barreras políticas, por lo que reunir a la gente en un taller regional es una excelente manera de superar esos obstáculos, mejorar la colaboración, establecer redes de contactos y construir alianzas”, dice Jack Tordoff, director general del CEPF.
El proyecto se ejecuta en siete países del Caribe, lo que hace que la cooperación regional sea una fuerte ventaja. Cuando las organizaciones implementan proyectos paralelos en varias naciones, crean un efecto multiplicador que mejora los resultados de conservación y genera economías de escala. Este marco de colaboración permite a los países compartir conocimientos, agrupar recursos y aprender de las experiencias de los demás.