“Si esta línea de metro no existiera, viviendo donde vivo, no podría trabajar en este hospital. Sería completamente inaccesible y nunca llegaría a tiempo”, cuenta Simone da Conceição, trabajadora de limpieza en un hospital de São Paulo. Llegar tarde al trabajo porque el tren, el metro o el autobús se retrasa puede marcar la diferencia entre un día laboral tranquilo y uno lleno de complicaciones. Pasar más de dos horas viajando cada día tiene un impacto similar. La falta de acceso a un transporte público eficiente y de calidad afecta más que solo la calidad de vida: influye directamente en el éxito profesional y los ingresos de las personas con menos recursos, muchas de las cuales dependen del trabajo diario para subsistir.
La expansión de los servicios que usa día a día Simone, iniciada en 2010, conectó nuevos barrios y mejoró la integración con la red de transporte urbano. “Con el metro, viajar se ha vuelto mucho más rápido y cómodo”, añade.
Simone da Conceição en la estación de metro cerca de los hospitales de la AACD y del Servidor, en São Paulo Foto: Mariana Ceratti/Banco Mundial
La historia de Simone refleja la realidad de millones en Brasil y América Latina: los sistemas de transporte público eficientes pueden ser decisivos a la hora de aceptar un nuevo empleo, encontrar un nuevo trabajo o mejorar las condiciones laborales. También pueden determinar si una persona llega puntual o tarde al trabajo, poniendo en riesgo la estabilidad laboral.
Aproximadamente el 58% de los pasajeros de la Línea 5 del metro de São Paulo provienen de hogares de bajos ingresos, y unas 750. 000 personas utilizan la línea cada día. Los proyectos del Banco Mundial promueven la inclusión de comunidades desatendidas. En Río de Janeiro, por ejemplo, el 89% de los beneficiarios del sistema ferroviario urbano mejorado pertenece a hogares de bajos ingresos.
Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y Uruguay son algunos de los países donde el Banco Mundial ha contribuido a fortalecer los sistemas de transporte público, reduciendo la dependencia de vehículos privados y mejorando el acceso a servicios esenciales. En estos ocho países, se han invertido más de 3500 millones de dólares, incluyendo más de 1500 millones en sistemas de metro y 1600 millones en desarrollo ferroviario urbano.