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Diciembre 07, 2020

El Grupo Banco Mundial organiza la respuesta sanitaria más rápida y grande de su historia para salvar vidas durante la pandemia de COVID-19

Un hospital de enfermedades infecciosas en Tirana, Albania. Crédito de la foto: Gent Shkullaku / AFP

Son las 7.00 en Conakry, la capital de Guinea. La Dra. Haba Eveline llega al Centro de Tratamiento de la COVID-19. Apenas entra, se lava las manos antes de comenzar su turno diario. Esta madre de cinco niños dirige la Unidad de Gestión de Riesgos, que ahora está abierta 24 horas todos los días de la semana.

Ella forma parte de los trabajadores de la primera línea que ayudan a su país a luchar contra la pandemia de COVID-19 (coronavirus). “Como médica, soy una luchadora y estoy orgullosa de aportar mi experiencia a la respuesta contra esta pandemia” (en francés), dijo.

Mucho antes de que surgieran los primeros casos del virus en Guinea, el país había ideado una estrategia de respuesta con el apoyo del Banco Mundial y la comunidad internacional. Por lo tanto, contaba con los conocimientos adquiridos durante la lucha contra la epidemia de ébola de 2014-16.

ImageTrabajadora de la salud en Guinea. © Papa Youshoupha Seck/Banco Mundial.

Sin embargo, para otros países, la COVID-19 generó interrupciones en los sistemas de salud e incertidumbre sobre lo que podía pasar.

Para describir las medidas de precaución recomendadas por los trabajadores de la salud, Qamara, una habitante de una aldea ubicada al oeste de la ciudad de Jalalabad, en Afganistán, dijo: “Nos aconsejaron usar mascarillas y guantes y lavarnos las manos frecuentemente con agua y jabón”.

Los Gobiernos lucharon por contener la propagación del virus y buscaron soluciones de emergencia. El Grupo Banco Mundial respondió inmediatamente.

Una respuesta de emergencia para salvar vidas

En pocas semanas, preparó una respuesta sanitaria de emergencia contra la COVID-19 a nivel mundial, en estrecha colaboración con equipos de los países, la Organización Mundial de la Salud (OMS [i]), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y otros asociados internacionales.

A partir de la experiencia acumulada sobre crisis de salud de los últimos 20 años, organizó la respuesta más rápida y grande de su historia.

ImageTrabajadores de la salud en Afganistán. © Banco Mundial.

Las primeras operaciones se centraron en el fortalecimiento de los sistemas de salud para hacer frente a los desafíos inmediatos de la COVID-19. En países tan diversos como Afganistán, Haití, India, Mongolia y Tayikistán, el financiamiento del Grupo Banco Mundial ayudó a incorporar más personal médico y garantizar que estos profesionales estuvieran bien entrenados y capacitados para prestar atención de emergencia. En países como Ecuador y la República Kirguisa, ayudó a garantizar que los mensajes de divulgación pública sobre prevención y protección se difundieran rápidamente entre los ciudadanos. En Djibouti y Etiopía, proporcionó más recursos para luchar contra la pandemia a largo plazo, por medio de la generación y el fortalecimiento de la capacidad de los sistemas de salud nacionales.

A través de una combinación de proyectos nuevos, la reestructuración de los proyectos existentes con componentes de emergencia y la utilización de los instrumentos de financiamiento para casos de desastres, la respuesta del Grupo Banco Mundial se orienta a cuatro esferas clave: salvar vidas, proteger a los pobres y vulnerables, garantizar el crecimiento sostenible de las empresas y trabajar para contribuir a una recuperación más resiliente.

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Vea la infografía completa: Respuesta sanitaria del Banco Mundial a la COVID-19

Hoy se está avanzando hacia el logro del objetivo de proporcionar hasta USD 160 000 millones en financiamiento en un período de 15 meses para ayudar a abordar los impactos económicos y sanitarios de la pandemia; esto incluye USD 50 000 millones en nuevos recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) para los países más pobres. El apoyo sanitario de emergencia ha llegado hasta ahora a 111 operaciones. El 30 % de ellas protege a 900 millones de personas que viven en países afectados por conflictos, fragilidad y violencia, es decir, donde se encuentran las poblaciones más vulnerables.

Alterar el curso de la pandemia con la administración de vacunas

En marzo de 2020, el Grupo Banco Mundial ya era una de las primeras organizaciones (i) que comenzaban a pensar en un desarrollo rápido de vacunas contra la COVID-19 y su distribución a gran escala; por eso reunió a asociados clave para debatir el acceso justo y equitativo de los países en desarrollo a las vacunas, una vez que estén disponibles.

Proporcionó un paquete de financiamiento de hasta USD 12 000 millones para ayudar a los países de ingreso bajo y mediano a financiar la adquisición y distribución de vacunas, pruebas y tratamientos relativos a la COVID-19.

La pandemia agravó un problema que ya existía antes.

En todo el mundo, puso de relieve la urgente necesidad de reforzar los sistemas de salud, que mostraron una insuficiencia de personal sanitario competente, una capacidad de almacenamiento y transporte de vacunas limitada que no alcanza para almacenar y garantizar la cadena de frío en zonas remotas y, en algunos países, una cantidad inadecuada de centros de salud equipados para la vacunación.

Para hacer frente a estos desafíos, de modo que estén en condiciones de administrar las vacunas y los tratamientos de manera justa, eficiente y segura.

En colaboración con el sector privado, la Corporación Financiera Internacional (IFC), la entidad del Grupo Banco Mundial dedicada al sector privado, puso en marcha la Plataforma Mundial para la Salud (i), a través de la cual se apoyará a las empresas en el suministro de productos y servicios de salud —incluidas las vacunas— a los países en desarrollo.


"La comunidad internacional debe responder rápida y decididamente para salvar vidas y proteger la prestación de estos servicios esenciales, como parte de una labor sólida de recuperación de la pandemia"
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Muhammad Pate
Director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población del Grupo Banco Mundial

Fortalecer los sistemas nacionales de salud

Mucho antes de esta crisis sin precedentes, las consecuencias de los sistemas sanitarios deficientes se podían observar en los resultados de salud de los países. La pandemia puso de manifiesto lo que sucede cuando no se ofrece una atención médica primaria resiliente y de alta calidad.

Muchos países se dieron cuenta de que sus hospitales no estaban preparados y estaban mal equipados cuando se desató la pandemia de COVID-19. En las comunidades, las redes de vigilancia, que no contaban con recursos suficientes, no lograron detectar rápidamente la propagación del virus. La escasez de suministros y equipos dejó a los trabajadores sanitarios sin elementos de protección. La fragmentación del sistema obstaculizó el flujo eficiente de pacientes, personal y suministros.

Dada la confluencia de los desafíos y el carácter acelerado de la crisis, el apoyo de emergencia del Banco Mundial se centró en la adquisición de nuevas camas y respiradores para terapia intensiva, el refuerzo de los laboratorios de pruebas y la obtención de otros equipos y materiales médicos para salvar vidas.

En Georgia (i), el Banco ayudó al Ministerio de Salud a comprar 1 185 000 pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y 1 247 000 kits de pruebas rápidas de COVID-19 para reforzar la capacidad de los laboratorios de salud pública y la respuesta epidemiológica. A fines de septiembre de 2020, se realizaba un promedio diario de 9000 pruebas de PCR y 1700 pruebas rápidas.

ImageTrabajadora de la salud durante labores de descontaminación en el Hospital Republicano de Georgia. © Leonid Mujiri/Banco Mundial

En Yemen, se han abierto seis laboratorios centrales de salud pública y se ha capacitado a 930 profesionales sanitarios en manejo de casos de COVID-19.

Al fortalecer los sistemas de salud de los países, las operaciones también están abordando la crisis de salud secundaria provocada por las considerables alteraciones en los servicios esenciales que sirven para salvar vidas, en particular para las mujeres, los adolescentes y los niños.

La COVID-19, que es una crisis dentro de otra crisis, está poniendo en evidencia una desigualdad estructural subyacente que ya ha dejado a muchas personas desplazadas.

Como dijo el Dr. Muhammad Pate, director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial, “estas alteraciones confirman nuestras primeras advertencias de que los impactos de salud secundarios causados por la COVID-19 (i) están poniendo en riesgo muchos años de avances difíciles de lograr en materia de salud y nutrición de mujeres y niños. La comunidad internacional debe responder rápida y decididamente para salvar vidas y proteger la prestación de estos servicios esenciales, como parte de una labor sólida de recuperación de la pandemia”.

El Mecanismo Mundial de Financiamiento para respaldar la iniciativa Todas las mujeres, todos los niños (GFF) (i) ha desempeñado un papel clave complementando la respuesta del Grupo Banco Mundial para apoyar a sus 36 países asociados; hasta el momento, ha proporcionado asistencia técnica y financiera para proteger y respaldar la continuación de servicios esenciales para la salud de mujeres, niños y adolescentes, al tiempo que se responde a la pandemia.

Según estimaciones del Banco Mundial , se calcula que la pobreza extrema aumentará a nivel mundial (i) este año por primera vez en una generación. La COVID-19 podría causar que hasta 150 millones de personas caigan en la pobreza extrema (lo que equivale a vivir con menos de USD 1,90 al día) para fines de 2021.

Preparar a los países para luchar contra la pandemia y establecer mejores servicios

La pandemia está destacando la necesidad de invertir en medidas integrales de preparación y prevención dentro de los países y más allá de sus fronteras.

Con su experiencia de alcance global, el Grupo Banco Mundial ayuda a los países de África al sur del Sahara a hacer frente a la enfermedad aprovechando las lecciones y los sistemas puestos en marcha durante los brotes de ébola. Por ejemplo, Guinea estaba preparada (i) cuando se registró el primer caso porque tenía una estrategia, infraestructura y conocimientos adquiridos en la lucha contra el ébola

ImageTrabajadora de la salud en un centro de pruebas de Nigeria © Sanumioluwa Dawodu/Banco Mundial

El Banco Mundial trabaja con centros regionales de excelencia que hacen contribuciones científicas tales como la secuenciación del genoma de la COVID-19, y les proporciona financiamiento. Algunos de ellos son: el Programa de Mejoramiento de los Sistemas Regionales de Vigilancia de Enfermedades (i) en África occidental y central, los Centros para el Control de Enfermedades de África (CDC África) (i), el Proyecto de Creación de Redes de Laboratorios para el Sector de la Salud Pública en África Oriental (i) y la Organización de la Salud de África Occidental (WAHO) (i).

Apoya a los países en sus esfuerzos por prevenir, detectar y abordar la COVID-19, al tiempo que fortalece los sistemas nacionales de preparación para cuestiones de salud pública. También reestructura, redistribuye y reasigna algunos recursos de los proyectos financiados actualmente.

En India (i), el proyecto de emergencia del sector de salud contribuye a actualizar el sistema de vigilancia sanitaria, fortalecer la preparación para hacer frente a brotes de enfermedades y renovar los hospitales dedicados a las afecciones infecciosas.

ImageSe le toma la temperatura a un hombre en un centro de pruebas de COVID-19 en India. . © Shutterstock

Gracias a que las operaciones de emergencia se adaptaron al contexto y la situación epidémica de cada país, el apoyo a la región de Asia oriental y el Pacífico (i) se ajustó para satisfacer necesidades específicas. En Mongolia (i), por ejemplo, el Banco está fortaleciendo las capacidades para lograr una respuesta multisectorial, en particular una interfaz entre los servicios ambientales, veterinarios y de salud pública para contener la propagación de nuevos virus de origen animal en el lugar donde se producen.

Además del creciente daño humano y económico, la pandemia trajo consigo aislamiento social, duelo, dificultades financieras e interrupción de los servicios de atención de la salud, lo que está incidiendo negativamente en el bienestar mental de las personas.

En muchos países, incluidos Bosnia y Herzegovina, Camboya, Guatemala, Islas Marshall, Lesotho, Liberia, Malí, Marruecos, Níger, Nigeria, República del Congo y Sri Lanka, los proyectos del Banco están respaldando intervenciones psicosociales (i) para ayudar a las personas a hacer frente a los efectos psicológicos negativos de factores de estrés como los confinamientos, el autoaislamiento y las cuarentenas, el temor al contagio, la información inadecuada, las pérdidas laborales y financieras, y el estigma y la discriminación.

ImageLas autoridades sanitarias de Phnom Penh realizan controles a los trabajadores sanitarios que regresan de las provincias después de las celebraciones del Año Nuevo Khmer, en medio de la inquietud por la propagación de la COVID-19. © Chor Sokunthea/Banco Mundial

Lograr la participación de las comunidades locales

Con el aumento de la pobreza, el cambio climático y la escasez de alimentos, la COVID-19 está causando los impactos más devastadores en los grupos pobres y marginados. El Banco Mundial está abordando esta cuestión mediante todas las plataformas existentes para poder llegar a los más vulnerables.

A través de los programas de desarrollo impulsados por la comunidad destinados a proporcionar efectivo y otros recursos rápidamente a las comunidades, el apoyo del Banco Mundial se orienta a los migrantes, las personas con discapacidad, las mujeres, los jóvenes desempleados, los ancianos y los pueblos indígenas.

Al llevar adelante estas operaciones, utiliza tecnologías e innovaciones para garantizar que las personas tengan la información que necesitan sobre el coronavirus.

En Afganistán, por ejemplo, trabaja con las comunidades para compartir mensajes de prevención de la COVID-19 a través de WhatsApp y telegramas, de modo de llegar a las personas a las que la crisis impacta más desproporcionadamente, como los desplazados, las personas con discapacidad, las mujeres pobres y los nómades.

ImageLabor de acercamiento a la comunidad en Afganistán ©Banco Mundial

Para luchar contra la pandemia, la labor de acercamiento a las comunidades está teniendo un papel crucial en el caso de los trabajadores sanitarios de la primera línea. Las comunidades locales y los líderes tradicionales actúan como enlaces clave con toda la comunidad. Ayudan a mejorar la comprensión pública sobre los tratamientos, descartar la información errónea y evitar el incumplimiento de las instrucciones sanitarias y las orientaciones médicas.

Mientras reflexionaba sobre su experiencia en la lucha contra el virus del Ébola en la República Democrática del Congo, el profesor Muyembe (i), un reconocido virólogo congoleño que descubrió dicho virus en 1976 y actual coordinador de la respuesta al ébola y la COVID-19 en su país, dijo: “Hemos observado la importancia de la participación de la comunidad y las campañas de sensibilización para lograr que la gente entienda la gravedad de la situación y se involucre”.

ImageTrabajadora de la salud en el puerto de Kinshasa, República Democrática del Congo © Organización Mundial de la Salud/Hugh Kinsella Cunningham

Si bien estos ejemplos ofrecen un poco de esperanza, se necesita mucho más. La pandemia sigue teniendo impacto en la mayor parte del mundo, y muchos países ya están luchando contra una segunda ola.

Mientras avanzan los ensayos de las vacunas, el Grupo Banco Mundial seguirá siendo flexible y ágil en su respuesta sanitaria, salvando vidas y respaldando la próxima fase de respuesta en sus países clientes.

Los profundos impactos de la crisis de salud subrayan la necesidad de lograr una cobertura sanitaria universal que permita a los países proteger a su población e invertir en ella, además de construir un futuro resiliente.

De aquí en más, la labor del Banco Mundial se centrará en el fortalecimiento de los sistemas de salud. El Banco pronto dará a conocer un nuevo informe que aporta datos empíricos y análisis al consenso creciente de que los líderes del sector de la salud lograrán mejores resultados si generan reformas del sistema en torno a la atención primaria de salud.

ImageTrabajadores de la salud hacen preguntas a los pacientes en un centro de pruebas en Turquía © Anadolu Agency

Colaborar con los asociados

En el futuro, la preparación, la prevención y las respuestas en relación con las crisis deberán tener carácter mundial y colaborativo. Ningún país puede, actuando solo, lograr esto con un control adecuado, ni menos aún prevenir el tipo de emergencias que el mundo está experimentando en la actualidad.

Para ayudar a abordar un desafío de alcance mundial como las pandemias, se debe trabajar de manera conjunta. Durante los próximos 100 días, el Grupo Banco Mundial espera ayudar a por lo menos 100 países a prepararse para administrar pruebas de detección, tratamientos y vacunas relacionados con la COVID-19.

Como parte del Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19 (ACT-A), se asoció con la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización (GAVI [i]), la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI [i]), el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (i) y la OMS (i) para garantizar que los países más pobres y vulnerables tengan un acceso general y equitativo a las vacunas, las pruebas y los tratamientos de la COVID-19. El financiamiento de USD 12 000 millones está totalmente alineado con los principios y las metas del ACT-A.

Los Gobiernos pueden utilizar los fondos proporcionados por el Grupo Banco Mundial para adquirir vacunas y tratamientos a través del mecanismo de compromiso anticipado de mercado para la vacuna contra la COVID-19 (CAM COVAX). En última instancia, serán los países los que decidan en qué utilizar estos recursos y a través de qué canales.

Si bien se avecinan muchos desafíos e incertidumbres, es necesario avanzar y ayudar a los países a fortalecer los sistemas de salud, reconociendo al mismo tiempo la necesidad de ser flexibles para adaptar los enfoques y corregir el curso cuando sea necesario. Esto es lo correcto y es lo que se está haciendo en el Banco Mundial.