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OPINIONES Febrero 28, 2020

Más y mejores oportunidades para todos

La reducción de la pobreza está estrechamente ligada a una mayor igualdad de oportunidades.  Todos, especialmente los niños, deben “jugar en la misma cancha” para tener similares posibilidades de lograr sus objetivos. La raza, género, ingresos de sus padres, educación o lugar de nacimiento son factores que no deberían definir su futuro.

Las diferencias en los resultados deben producirse sólo por el esfuerzo, el talento y las decisiones que cada persona tomó para alcanzarlos. Es una lección aprendida tanto en mi experiencia profesional como en mi vida personal.

Mis padres, migrantes provenientes de familias de menores ingresos, contaron con la oportunidad de acceder a una educación de calidad y lograron -gracias a un alto compromiso personal- superación y mayor bienestar para su círculo más cercano. Oportunidad más esfuerzo.

Hace diez años el Banco Mundial propuso el Índice de Oportunidades Humanas en América Latina y el Caribe (IOH). Se trata de un indicador económico que mide la equidad en el acceso de los niños a bienes y servicios básicos como agua y saneamiento, educación, electricidad e Internet, que son primordiales para su desarrollo pleno. El índice permite monitorear cómo las circunstancias personales influencian este acceso y visibiliza la desigualdad más lacerante, la de oportunidades.

No se trata sólo de ampliar coberturas; más acceso no necesariamente implica mejores resultados. Por ejemplo, el Informe sobre el desarrollo mundial 2018 del Banco Mundial reconoce el avance que los países han hecho en escolaridad, pero observa que aún persiste una preocupante brecha en el aprendizaje. Si las desigualdades en este campo no se resuelven, la educación no será el factor determinante para poner fin a la pobreza.

¿Qué se puede hacer para dar a los niños más oportunidades? En primer lugar, medir de manera sistemática la desigualdad de oportunidades para promover un diseño informado de políticas públicas, dirigida a equilibrar la balanza de manera inclusiva.

La medición del IOH mostró, en una escala de 0 a 100, que entre 2000 y 2014 los países de América Latina y el Caribe ampliaron significativamente el acceso a oportunidades, especialmente servicios básicos como electricidad y matrícula escolar.

En el mismo periodo, Bolivia tuvo su pico más alto en la matrícula escolar alcanzando un índice de 93.1, mientras que registró un índice de 7 en Internet. Al igual que la región, en el país hay un rezago de igualdad en acceso a agua y saneamiento (IOH 33 en cada caso), debido a bajas coberturas y a circunstancias, como el lugar de residencia, que restringen el acceso.

Niños con acceso a agua potable y saneamiento cuentan con mejores condiciones de salud y desempeño escolar. Así mismo, la tecnología digital abre oportunidades de atención médica y acceso a plataformas y recursos pedagógicos para menores en áreas rurales.

Nuestra región sigue siendo una de las más desiguales del mundo. Ante este panorama, políticas y programas sociales para aumentar la equidad en todo el ciclo de vida de las personas, especialmente en las etapas tempranas de su crecimiento, pueden dirigir los beneficios hacia una distribución más justa.

La posibilidad de que a las nuevas generaciones les vaya mejor que a las anteriores, como sucedió en mi familia, existe sólo cuando tengan todos, principalmente los niños, las mismas oportunidades para desarrollar su pleno potencial.

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