COMUNICADO DE PRENSA

Precios mundiales de alimentos siguen altos y volátiles, afectando principalmente a países más pobres

Noviembre 01, 2011




Inundaciones en Tailandia añaden más incertidumbre. Crisis alimentaria continúa en el Cuerno de África. 

 

CIUDAD DE WASHINGTON, 1 de noviembre de 2011. Los precios mundiales de los alimentos siguen en alza e inestables, situación que golpea sobre todo a los países más pobres y se suma a la tensión que vive la economía mundial, según una nueva Alerta sobre precios de los alimentos publicada por el Grupo del Banco Mundial anticipándose a la Cumbre del Grupo de los Veinte (G-20), que se llevará a cabo en Cannes, Francia. Si bien el índice respectivo del Banco cayó en 5% desde el máximo alcanzado en febrero de 2011 y registró una nueva baja marginal de 1% en septiembre, sigue estando 19% por sobre los niveles de septiembre de 2010. 

 

“La crisis de los alimentos no está superada”, sostuvo el presidente del Grupo del Banco Mundial, Robert B. Zoellick, quien ha instado al G-20 a dar prioridad al tema. “Los precios continúan inestables y millones de personas siguen sufriendo alrededor del mundo. El Banco Mundial ha trabajado estrechamente con la presidencia francesa del G-20 y nuestras organizaciones internacionales asociadas para proteger a los más vulnerables de los peligros de la volatilidad en estos precios mientras se abordan también algunas de sus causas básicas. Recordemos que la prevención de crisis no se relaciona solo con bancos y deudas. Millones de personas en el mundo padecen diariamente hambre y malnutrición. En Cannes, el G-20 puede y debería dar pasos para confrontar sus necesidades”.  

 

Se espera que los jefes de Estado del G-20, quienes se reunirán en Cannes el 3 y 4 de noviembre para debatir sobre la economía mundial, aprueben un paquete de medidas concretas para mejorar la transparencia y la coordinación de las políticas a fin de detectar y solucionar problemas oportunamente; ayudar a los países a manejar la volatilidad de los precios mediante el uso de acertadas herramientas de gestión de riesgos; promover una agricultura más productiva y resistente al clima; y llevar con prontitud alimentos a quienes lo necesitan, usando las reservas regionales para emergencias humanitarias y aplicando el acuerdo de no prohibir las exportaciones de alimentos para el Programa Mundial de Alimentos. Cuando la población mundial alcanza la asombrosa cifra de 7.000 millones de habitantes, es más importante que nunca que la comunidad internacional articule sus acciones en torno a medidas para mejorar la seguridad alimentaria.

Según la publicación trimestral Alerta sobre precios de los alimentos, las recientes inundaciones en Tailandia –las peores en 50 años– pueden añadir incertidumbre a corto plazo debido a las pérdidas estimadas de entre 16% y 24% en la producción total. En el intertanto, la crisis alimentaria continúa siendo crítica en el Cuerno de África, afectando a más de 13,3 millones de personas en la región –un millón más que en agosto– y el panorama sigue siendo alarmante.

Según el informe, los precios de los cereales aumentaron en 30% (entre septiembre de 2010 y el mismo mes de 2011); puntualmente, el maíz subió en 43%, el arroz en 26% y el trigo en 16%, mientras que el aceite de soja lo hizo en 26%. Sin embargo, durante el último trimestre, el alza del 3% en el precio de los cereales fue casi totalmente compensada por la baja del 3% en los precios de las grasas y aceites.

Es probable que la inestabilidad –mayor en los países de ingreso bajo– se mantenga a mediano plazo debido a múltiples factores tanto nacionales como mundiales. Entre los problemas estructurales que contribuyen a este fenómeno están el crecimiento poblacional y el cambio en las dietas alimentarias, la progresiva interacción entre los precios de los alimentos y la energía y el incremento en la producción de biocombustibles. 

Por otra parte, un panorama favorable en términos de la oferta y las reservas debería aliviar en parte la presión sobre los precios mundiales de los alimentos. Las proyecciones más recientes indican que las reservas mundiales de trigo alcanzarían un nivel récord en 10 años en 2011-12, mientras que la producción mundial de maíz se incrementaría en 4% gracias al aumento en las cosechas de Argentina, Brasil, China, Rusia y Ucrania. La producción mundial de arroz también subiría en 2011-12 debido a los resultados extraordinarios registrados en la India luego de una muy favorable época de lluvias monzónicas. 

 

Estos aumentos en la producción en algunos mercados subrayan la necesidad fundamental de mantener los mercados internacionales abiertos para obtener alimentos donde se necesite, proveer incentivos a los agricultores que incrementen la producción y evitar el pánico generado por las prohibiciones a las exportaciones de alimentos.

Aunque en el marco de las tribulaciones que afectan a la economía mundial la demanda podría caer y con ello se reducirían los precios, el efecto en los países en desarrollo sería variado. Por una parte, perjudicaría a las naciones exportadoras de alimentos y a los productores rurales pobres, mientras que por otra, beneficiaría a los importadores y consumidores. El problema, según advierte la Alerta sobre precios de los alimentos, es que los países en desarrollo tendrían ahora muy pocos recursos para proteger a los habitantes vulnerables luego de la crisis económica y los gastos ocasionados por los paquetes de reactivación.

Además, los temores asociados a la economía mundial podrían afectar las inversiones a mediano y largo plazo en investigación y técnicas agrícolas más productivas, especialmente si persiste la inestabilidad.

 

Entre los esfuerzos permanentes destinados a mejorar la información relativa a la volatilidad, los ministros de Agricultura del G-20 presentaron el Sistema de Información del Mercado Agrícola (AMIS, por sus siglas en inglés), lanzado oficialmente en septiembre con el fin de aumentar la transparencia del mercado mundial en las perspectivas a corto plazo de los alimentos, especialmente en lo que se refiere a las reservas, e identificar condiciones anormales en el ámbito internacional para reaccionar en forma oportuna.

Cómo el Grupo del Banco Mundial pone los alimentos en primer lugar

·         En el Cuerno de África –donde más de 13 millones de personas son afectadas por la crisis-, está aportando US$1.880 millones para salvar vidas, mejorar la protección social y promover la recuperación económica y la resistencia a la sequía.

·         A través de un producto de gestión de riesgos provisto por la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), el primero en su tipo, permitirá una protección de hasta US$4.000 millones contra la volatilidad en los precios de los alimentos para agricultores, productores y consumidores en los países en desarrollo.

·         Mediante su Programa de Respuesta a la Crisis Mundial de los Alimentos (GFRP, por sus siglas en inglés) está otorgando US$1.500 millones para ayudar a unos 40 millones de personas.

·         Está aumentando su gasto en agricultura a entre US$6.000 millones y US$8.000 millones al año, de los US$4.100 millones que entregó en 2008. 

·         Está ofreciendo respaldo al Programa Mundial para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria (GAFSP, por sus siglas en inglés), creado por el Grupo del Banco Mundial en abril de 2010 a solicitud del G-20 con el fin de apoyar planes de seguridad alimentaria y agrícola liderados por los países y la promoción de inversiones entre pequeños agricultores. A la fecha, seis países y la Fundación Gates han comprometido unos US$971,5 millones durante los próximos tres años, de los cuales han sido desembolsados US$571 millones.

·         Está coordinando acciones con los organismos de las Naciones Unidas (ONU) por medio del Equipo de Tareas de Alto Nivel sobre la Crisis Mundial de la Seguridad Alimentaria y con organizaciones no gubernamentales.

·         Está apoyando al Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR, por sus siglas en inglés), que ayudó a establecer en 1971.  En 2008, el CGIAR con el respaldo del Banco Mundial y otros donantes lanzó un proceso de reformas, el cual finalizó con la adopción de una estrategia integral que determina los nuevos programas mundiales de investigación y un nuevo modelo de financiamiento que prepara el CGIAR para absorber y atraer más recursos teniendo como meta un presupuesto anual de US$1.000 millones para 2013, al cual el Banco contribuye con US$50 millones al año. El aumento del financiamiento para las investigaciones mundiales en este ámbito es crucial dada la necesidad de incrementar la producción agrícola en 70% para 2050 y desarrollar nuevas variedades para los agricultores en un lapso de cinco a 10 años.

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COMUNICADO DE PRENSA N.º
2012/134/PREM

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