Si no se corrige el rumbo, 20 de 26 países seguirían siendo pobres hasta 2050
CIUDAD DE WASHINGTON, 12 de diciembre de 2024. Según un nuevo análisis realizado por el Banco Mundial, los próximos 25 años podrían ser decisivos para determinar si los 26 países más pobres del mundo avanzan a la categoría de ingreso mediano. Estos países, donde vive más del 40 % de las personas que subsisten con menos de USD 2,15 al día, son el foco central de los esfuerzos mundiales orientados a poner fin a la pobreza extrema. Sin embargo, sus avances se han visto frenados por el aumento de los conflictos, las frecuentes crisis económicas y un crecimiento persistentemente débil.
En los últimos 25 años, la mayoría de estos países han quedado al margen del progreso. Así se desprende del análisis, presentado en la próxima edición del informe del Banco Mundial Perspectivas económicas mundiales, que se publicará el 14 de enero de 2025. A comienzos del siglo xxi, el Banco Mundial clasificó a 63 países como de “ingreso bajo”. Desde entonces, 39 —incluidos India, Indonesia y Bangladesh— han pasado a engrosar las filas de los países de ingreso mediano, lo que significa que para 2023 su ingreso anual per cápita superó los USD 1145 (i). El resto, a los que se sumaron Sudán del Sur y la República Árabe Siria en la década de 2010, simplemente se han estancado: en promedio, su producto interno bruto per cápita ajustado por inflación ha crecido menos del 0,1 % anual en los últimos 15 años. De acuerdo con el análisis, salvo que las tasas de crecimiento mejoren de forma sostenida, es probable que solo seis de los actuales países de ingreso bajo alcancen la categoría de ingreso mediano para 2050.
“Los próximos 25 años representan una oportunidad crucial para los países más pobres, y el resto del mundo tiene sumo interés en ayudarlos a salir de la pobreza”, señaló Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Grupo Banco Mundial. “Los países pobres de la actualidad enfrentan una tarea más ardua que sus predecesores: en los últimos 15 años, el crecimiento de su ingreso per cápita ha sido prácticamente nulo. Sin embargo, los resultados de Asia oriental, sudoriental y meridional muestran que, con un poco de ayuda del exterior y mejores políticas internas, incluso los países devastados por la guerra y la inestabilidad pueden crear las condiciones para un progreso económico sostenido”.
El análisis realizado por el Banco Mundial es el primero en el que se examinan sistemáticamente los avances de la actual cohorte de países de ingreso bajo en los primeros 25 años de este siglo y sus perspectivas de alcanzar la categoría de países de ingreso mediano en los próximos 25. En él se concluye que los integrantes del grupo actual —22 de los cuales se encuentran en África subsahariana— enfrentan mayores limitaciones que sus predecesores. Diecisiete de ellos se encuentran asolados por conflictos o situaciones de fragilidad, con tasas de letalidad 20 veces superiores a las de otras economías en desarrollo. Casi todos ellos son especialmente vulnerables al cambio climático y la mayoría se encuentra en situación de sobreendeudamiento o corre grave riesgo de caer en ella. Asimismo, la mitad son países sin litoral, rodeados por otros países pobres, lo que limita su capacidad para impulsar el crecimiento a través del comercio.
No obstante, estos países también poseen importantes ventajas naturales que podrían impulsarlos a alcanzar un nivel de vida más alto. Con más del 60 % y el 50 % de las reservas de cobalto y grafito conocidas en el mundo, respectivamente, los actuales países de ingreso bajo cuentan con algunos de los mayores depósitos conocidos de metales y minerales necesarios para generar y almacenar energía renovable. Su potencial de producción de energía solar se encuentra entre los más altos del mundo. Además, la población en edad de trabajar —una fuerza poderosa para el crecimiento económico— se está expandiendo rápidamente en estos países, al tiempo que se reduce en casi todos los demás.
Según el análisis del Banco Mundial, Nepal es un ejemplo de un país sin litoral, anteriormente de ingreso bajo, que logró superar los conflictos y ascender a la categoría de ingreso mediano. A principios de siglo, estaba sumido en una guerra civil y su ingreso per cápita era de apenas USD 220, lo que lo convertía en uno de los países más pobres de la época. En 2006, estableció un acuerdo general de paz, respaldado por las Naciones Unidas y por diversos Gobiernos extranjeros. Posteriormente, su ingreso per cápita creció más de cuatro veces, lo que lo llevó a alcanzar la categoría de ingreso mediano en 2019.
Rwanda es hoy un ejemplo de país de ingreso bajo sin litoral que ha superado los conflictos y está muy cerca de alcanzar la categoría de ingreso mediano. Tras el genocidio de 1994 contra los tutsis, tardó unos siete años en establecer las condiciones para la estabilidad y el crecimiento económico, pero, una vez que lo hizo, creció rápidamente. En 2000, su renta per cápita era de tan solo USD 270; hoy es cuatro veces mayor. Su crecimiento fue el resultado de ambiciosas reformas de políticas destinadas a estabilizar la economía, fomentar la empresa privada y desarrollar una importante industria turística. Los programas internacionales de asistencia y alivio de la deuda también ayudaron, permitiendo al país invertir más en educación y atención médica.
“La batalla mundial para poner fin a la pobreza extrema no se ganará hasta que se gane en los 26 países más pobres”, declaró Ayhan Kose, economista en jefe adjunto del Grupo Banco Mundial. “Hoy en día, estos países no reciben la atención que merecen, dada la magnitud de sus desafíos. Muchos de ellos están lidiando con el triple daño que representan los conflictos, el cambio climático y el sobreendeudamiento. Los encargados de formular políticas nacionales y la comunidad mundial deben actuar con urgencia para permitir que estos países logren los avances necesarios para unirse a las filas de los países de ingreso mediano”.
El análisis muestra que, para ascender en la escala de ingresos en los próximos 25 años, los países de ingreso bajo pueden inspirarse en otros países pobres que lograron ascender a la categoría de ingreso mediano en décadas anteriores. Respaldados por la estabilidad política y políticas de apoyo al crecimiento, alrededor de la mitad de esos países lograron una aceleración sostenida del crecimiento —largos períodos de sólida expansión económica— que les permitió mejorar su estatus. En general, estos períodos de crecimiento fueron producto de reformas que canalizaron recursos públicos y privados hacia inversiones y mejoraron el clima para los negocios.
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