Discursos y transcripciones

Discurso de graduación para la promoción de 2013 de la Universidad Northeastern por Jim Yong Kim, presidente del Grupo del Banco Mundial

Mayo 03, 2013


Jim Yong Kim, presidente del Grupo del Banco Mundial Northeastern University's Class of 2013 Commencement Ceremony Boston, Massachusetts, Estados Unidos

Texto preparado para la intervención

Sr. Presidente Joseph E. Aoun,

Distinguidos docentes y administradores,

Miembros de la promoción de 2013,

Señoras y señores

Es un gran privilegio estar aquí hoy con todos ustedes, en especial los miembros de la promoción de 2013 y sus familiares y amigos. Deben estar muy orgullosos. Este es un día para el recuerdo, un día para disfrutar. Un día, también, para unirse en el homenaje a quienes hace dos semanas respondieron con tanta valentía frente a la tragedia, incluidos los estudiantes de Northeastern y el personal que proporcionó atención crítica y apoyo a las víctimas del ataque.

Es verdaderamente un honor estar ante ustedes precisamente en el momento en que dejan esta gran universidad y están a punto de comenzar una nueva vida, cuyo guión aún no se ha escrito. Durante los años que pasé en la universidad, me encantaron las graduaciones porque encarnan esos raros momentos de nuestra cultura moderna en los que el ritual, la tradición y un poco de pompa alegran nuestras vidas.

Pero estoy seguro de que muchos de ustedes están bastante preocupados por lo que les deparará el futuro, y quiero decirles hoy que su futuro no solo es incierto, sino que existe la probabilidad abrumadora de que sea mucho más incierto de lo que piensan. ¿Y saben qué?, eso es bueno. Un reciente estudio publicado por un grupo de psicólogos en la revista Science encontró que las personas no son muy buenas en la predicción de su futuro. El estudio mostró que, por ejemplo, las predicciones de una típica mujer de 20 años sobre los cambios en su vida para la década siguiente no eran tan radicales como el recuerdo que tenía una típica mujer de 30 años de lo mucho que había cambiado durante la década de sus 20 años. En otras palabras,  las mujeres de 20 años tenían poca idea de lo mucho que iban a cambiar en los siguientes 10 años. Y este tipo de discrepancia persistió entre los encuestados hasta los 60 años.

Los hallazgos de este estudio son en esencia la historia de mi vida. De hecho, incluso antes de que yo naciera, dados los obstáculos a los que se enfrentaban mis padres, nunca hubiera predicho que nacería. Mi padre pasó su infancia en Corea del Norte y a los 19 años escapó a través de la frontera a Corea del Sur, dejando atrás a sus padres, hermanos y hermanas, y todo el resto de su familia, todo lo que conocía. No tenía dinero. Sin embargo, se las arregló para matricularse en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Seúl y se convirtió en dentista. Me contó historias acerca de cómo tenía tan poco dinero que a menudo solo podía permitirse comprar el almuerzo a los vendedores ilegales de fideos en la calle. Una vez, cuando estaba comiendo su “ramyun” de contrabando al lado del vendedor, llegó la policía y persiguió a los vendedores y sus clientes. Pero mientras corría, mi padre siguió comiendo sus fideos, porque sabía que no podría pagar otra ración.       

Mi madre nació en China, cerca de Shanghái, en una pequeña comunidad de expatriados coreanos. Después de regresar a Corea, en un día que nunca olvidará hacia el final de la guerra coreana, su madre ─mi abuela─ salió a la calle para colgar la ropa y nunca regresó; probablemente fue secuestrada o asesinada por soldados de Corea del Norte. En algún momento de la guerra, cuando tenía 17 años, y mientras las batallas formaban un cerco a su alrededor, mi madre se convirtió en refugiada y, literalmente caminó, cargando a su hermana menor en la espalda, unos 320 kilómetros para escapar de los combates. Por suerte, pudo reanudar sus estudios en una tienda de campaña en la ciudad meridional de Masan. Era una excelente estudiante y tuvo la buena fortuna de recibir una beca de una sociedad secreta de mujeres de los Estados Unidos y pudo inscribirse como estudiante en la Universidad Estatal de Morehead, en Nashville, Tennessee.

A través de senderos casi inconcebiblemente divergentes y poco probables, mis padres terminaron conociéndose a través de amigos comunes que se reunieron en la ciudad de Nueva York durante las vacaciones de Navidad, junto con los pocos cientos de estudiantes coreanos que vivían en los Estados Unidos en ese momento. Se enamoraron, se casaron en Nueva York, donde nació mi hermano mayor, y luego regresaron a Corea.

Yo nací en Seúl y cuando tenía 5 años, mi familia se mudó de nuevo a los Estados Unidos y finalmente se estableció en Muscatine, Iowa. Mi padre abrió su consultorio dental y mi madre se puso a trabajar en su Doctorado en Filosofía de la Universidad de Iowa. A finales de la década de 1960, bajo la influencia de la pasión de mi madre por la justicia social, vimos cómo se desplegaban los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra en nuestra sala de estar en Muscatine. Vivíamos, como se puede ver, la clásica historia americana de la familia coreana que crece en un pequeño pueblo de Iowa. Aceptamos por completo nuestras vidas en el corazón de este gran país.

Como podrán imaginar, no había muchos asiáticos en Iowa en las décadas de 1960 y 1970, pero afortunadamente, uno de los programas más populares en ese momento era Kung Fu, la historia de un ex sacerdote shaolín, mitad chino, mitad estadounidense, que llega a los Estados Unidos en busca de su padre americano. De modo que aunque éramos extranjeros en Iowa en un sentido profundo, al menos, los niños acosadores no nos molestaban porque pensaban que todos los asiáticos sabían Kung Fu, incluso mi hermana, que tenía 3 años cuando nos mudamos a Iowa. Jugué como mariscal de campo en el equipo de fútbol de la escuela secundaria, pero no se impresionen demasiado: teníamos la racha de derrotas más larga de la nación por el tiempo en que terminé de cursar mi último año. Pasaron muchos años sin una sola victoria. Se decía que los abuelos de mis compañeros de equipo habían contribuido a la racha de varias generaciones.

Después de la secundaria, finalmente terminé en la Universidad de Brown, y recuerdo vívidamente un día en particular. Mi padre me recogió en el aeropuerto cuando volví de Providence a Muscatine, y mientras regresábamos a casa, me preguntó, “¿Qué estás pensando estudiar?”

Le dije que me entusiasmaban la filosofía y las ciencias políticas.

Creía que podía marcar una diferencia en el mundo y pensaba dedicarme a la política.

Mi padre accionó el intermitente, salió de la carretera, y apagó el motor.

Se volvió hacia mí en el asiento trasero.

“Mira”, dijo, “cuando termines la residencia médica puedes hacer lo que quieras”.

Como ven, mi padre lo sabía todo acerca de la incertidumbre. Sabía que es imposible estar seguro sobre dónde se puede terminar en la vida. Y le preocupaba que su propio éxito pudiera haber privado a sus hijos de la oportunidad de conocer en profundidad el significado de huir de la policía de fideos, mientras, por supuesto, acababa sus fideos. Él quería que yo tuviera una habilidad y quería que me diera la cabeza contra la alegría, pero también contra la dura realidad de terminar la escuela de medicina, terminar la residencia y atender a los pacientes en situaciones de vida o muerte.

Le estoy muy agradecido a mi padre. 

Hasta ahora les he dicho que la vida es incierta, pero eso ya lo sabían. Lo que realmente quiero que sepan es que tienen abundantes herramientas para hacer frente a la incertidumbre y vivir una vida extraordinaria, incluso más allá de sus sueños más audaces.

Roy Baumeister es un psicólogo que ha dedicado su carrera a estudiar las cualidades de los seres humanos que los conducen a lograr lo que él llama “resultados positivos”. En este terreno fascinante, los investigadores han encontrado que dos rasgos se asocian más consistentemente con el éxito: la inteligencia y la fuerza de voluntad. En el libro de Baumeister titulado Willpower (Fuerza de voluntad), nos enteramos de que los esfuerzos para aumentar permanentemente la inteligencia han fallado, pero las personas pueden de hecho mejorar su fuerza de voluntad. Baumeister y sus colegas han demostrado que adoptar ciertas medidas para mejorar la fuerza de voluntad es el camino más seguro hacia una vida más exitosa. Por otra parte, han demostrado que la fuerza de voluntad es como un músculo que se puede crear con la práctica, pero además, si no ejercitan activamente su fuerza de voluntad, su capacidad para hacerlo se atrofia como los músculos del estómago si dejan de hacer ejercicios abdominales. Incluso han comprobado que, debido a que la fuerza de voluntad se asocia con una cierta parte de su cerebro, ¡el mantenimiento de los niveles de glucosa en la sangre para alimentar a esa parte de su cerebro es fundamental para mantener su fuerza de voluntad!

Visto desde otro ángulo, un grupo de investigadores ha demostrado que, más que el talento, la práctica es lo que determina el dominio de cualquier habilidad o capacidad. Malcolm Gladwell, en su libro Outliers (Valores atípicos), popularizó una importante obra que puso de manifiesto que el camino hacia la maestría requiere 10.000 horas de práctica. Se han publicado libros con títulos como “El talento está sobrevalorado” para demostrarlo.

Ahora quiero que sepan que hay realmente buenas noticias aquí, especialmente para los graduados de Northeastern. Al graduarse hoy, ustedes han mostrado a sus familias y al mundo que tienen muchos puntos de coeficiente intelectual para lograr cualquier cosa que se propongan alcanzar. Tienen en sus manos para desarrollar y construir las cualidades esenciales para el éxito que todos necesitan: fuerza de voluntad, disciplina y concentración. Como muestra Baumeister en su libro, realmente pueden ir al gimnasio de la fuerza de voluntad y salir mentalmente musculosos, listos para comerse el mundo.

Hablemos ahora de las 10.000 horas que se necesitan para lograr el dominio. Bien, porque han estudiado aquí en Northeastern, tienen una ventaja. Mi estimación es que, mediante la educación cooperativa en la que han recibido tanto el conocimiento en el aula como el conocimiento práctico, todos merecen por lo menos un par de miles de horas de descuento de las 10.000 horas estándar. ¡Bien hecho y felicitaciones!

Pero además de pensar en la incertidumbre y la fuerza de voluntad, hay una cosa más que quiero que tengan la voluntad de recordar hoy. Quiero que piensen en cómo pueden usar el tiempo de forma eficaz y positivamente en este mundo complejo.

Volviendo a Iowa, mi madre solía leerme los escritos de Martin Luther King, Jr. En “Carta desde la cárcel de Birmingham”, el Dr. King escribe acerca de la necesidad de comprender la urgencia del presente. Recuerda una experiencia con un blanco moderado ─un aliado del movimiento de derechos civiles─ que le escribió diciendo que él, King, estaba demasiado apurado y que “las lecciones de Cristo tardan en llegar a la tierra”. El moderado argumentó que los afroamericanos recibirían a la larga ─a la larga─ sus plenos derechos civiles.

El Dr. King respondió, y cito: “Esta actitud procede de un trágico error en cuanto a lo que es el tiempo, de una noción curiosamente irracional a cuyo tenor hay en el devenir del tiempo mismo algo que inevitablemente cura todos los males. De hecho, el tiempo en sí es neutro; puede ser utilizado para la destrucción lo mismo que para construir. Se me ocurre cada vez más que los hombres de mala voluntad se han valido del tiempo con una eficacia muy superior a la demostrada al respecto por los hombres de buena voluntad. Tendremos que arrepentirnos en esta generación no solo por las acciones y palabras hijas del odio de los hombres malos, sino también por el inconcebible silencio atribuible a los hombres buenos”. Fin de la cita.

Con toda la fuerza de voluntad que puedo reunir, trato de llevar el sentido de urgencia de las palabras del Dr. King a mi trabajo de hoy. Hago esto con la comprensión de que todavía no tengo idea de lo que el futuro pueda traer. Después de todo, no tenía idea de que no solo iba a obtener mi título de médico, sino también un Doctorado en Antropología en una institución conocida como “la pequeña escuela técnica”, en la misma avenida Huntington del histórico campus legendario de la Universidad Northeastern. No tenía idea de que iba a ayudar a fundar una organización, Socios en Salud, con mi colega Paul Farmer y otros, y que finalmente trabajaría en 10 países de todo el mundo. No tenía idea de que mi experiencia en Socios en Salud me llevaría a hacerme cargo de la lucha contra el VIH / sida de la Organización Mundial de la Salud y a iniciar una campaña para tratar a 3 millones de personas hasta 2005. Y con solo una mínima experiencia en gestión académica, recibí el enorme honor de convertirme en presidente del Dartmouth College. Por último, inesperadamente, el año pasado el presidente Obama me pidió que me presentara como candidato para presidir el Grupo del Banco Mundial.

Siempre con cierta inquietud, aproveché estas oportunidades totalmente inesperadas, y ahora me encuentro en uno de los trabajos más interesantes del mundo. El Grupo del Banco Mundial es una organización extraordinaria, fundada en la década de 1940 para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Durante los 66 años de su existencia, se ha convertido en la principal institución de desarrollo del mundo.

Hace apenas dos semanas, el Comité Directivo del Grupo del Banco Mundial apoyó el objetivo de acabar con la pobreza extrema para 2030, dentro de 17 años exactamente. Nuestros Gobernadores, que incluyen a Ministros de Finanzas y Desarrollo de 188 países miembros, también anunciaron su meta de promover la prosperidad compartida, para que el 40% de la población de ingresos más bajos de los Estados miembros pueda participar del crecimiento económico. Los Gobernadores también hicieron hincapié en que la prosperidad debe ser compartida con las generaciones futuras, lo que significa que lideraremos la lucha contra el cambio climático porque sabemos que este fenómeno tiene el potencial de acabar con muchos de los avances del desarrollo de las últimas décadas y sumir de nuevo a las personas en la pobreza.

Al establecer objetivos tan audaces para nuestra organización y fijar una fecha de caducidad para la pobreza extrema en el mundo, nuestros Gobernadores nos han dado el don del enfoque y la urgencia. Ahora usaremos el tiempo para impulsar lo que esperamos será un logro significativo en la historia humana.

Para terminar, mi desafío para ustedes es el siguiente: impongan metas audaces, construyan su fuerza de voluntad de manera deliberada y consciente, y utilicen bien su tiempo. Son muy afortunados. El programa de educación cooperativa y el énfasis en el aprendizaje experimental de Northeastern lo convierten en uno de los modelos educativos más innovadores del mundo actual. Ahora que se cuenta con opciones de educación cooperativa en más de 90 países, en todo tipo de organizaciones, esta Universidad les ha dado una preparación insuperable para la ciudadanía mundial. Los países de todo el mundo, incluyendo los Estados Unidos, que buscan maneras de reformar la educación superior, consideran a Northeastern un ejemplo. Mediante su arduo trabajo de los últimos cuatro años, han adquirido algo excepcional: las bases para el pensamiento crítico y autocrítico, unido a las habilidades prácticas para resolver problemas difíciles en el mundo real.

Se trata de capacidades extraordinarias. Les dan poder, pero también responsabilidad.

Al igual que mi padre en las calles de Seúl ─aunque de una manera diferente─ se enfrentan a un mundo de incertidumbre. No teman a esa incertidumbre. Acéptenla. Úsenla. Incertidumbre significa que nada está predeterminado. Incertidumbre significa que tienen que modelar el futuro con la fuerza de su voluntad, la fuerza de su intelecto y la fuerza de su compasión. Incertidumbre es libertad. Tomen esa libertad y corran con ella. Y por favor no se olviden de comer unos fideos sobre la marcha. Necesitarán la glucosa para alimentar su impresionantemente bien tonificada fuerza de voluntad.

Muchas gracias y felicitaciones a los graduados.


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