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Discursos y transcripciones Octubre 09, 2020

Palabras pronunciadas por David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, en el segundo evento “Nos movilizamos con África”

Muchas gracias, Kristalina. Quisiera sumarme a ti en dar la bienvenida al Secretario General de las Naciones Unidas Guterres y a todos los ministros e invitados que hoy nos acompañan. Asimismo, agradezco al Fondo Monetario Internacional (FMI) por la organización conjunta de este evento y por la constante y estrecha asociación entre nuestras instituciones.

Estos son tiempos inéditos, y en los seis meses transcurridos desde la última reunión de este grupo, el mundo ha cambiado profundamente. La pandemia y la recesión mundial están borrando más de una década de alivio de la pobreza. La COVID-19 podría sumir a más de 40 millones de personas en la pobreza extrema en todo el continente africano. Nuestra acción colectiva en África será crucial.

Los desafíos relacionados con la pobreza se están agudizando debido a la  pandemia y los conflictos en curso en la región. La invasión de langostas en África oriental y las actuales inundaciones en Sudán y en toda la región del Sahel están poniendo en peligro a las personas más vulnerables.

RESPUESTA A LAS CRISIS

En el marco de la respuesta a estas múltiples crisis, nuestro objetivo fue adoptar rápidamente medidas amplias y suministrar grandes volúmenes de flujos positivos netos a los países más pobres. Establecimos programas de apoyo de emergencia en 111 países, y estamos avanzando a buen ritmo para llegar a la meta de proporcionar en 15 meses un financiamiento por valor de USD 160 000 millones, en gran parte destinado a los países clientes de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) y al sector privado a través de los programas de apoyo al capital de trabajo y el financiamiento para el comercio de la Corporación Financiera Internacional (IFC).

Desde marzo, cuando la crisis afectó gravemente a África, el Banco Mundial ha proporcionado financiamiento por valor de unos USD 18 200 millones destinado a la respuesta sanitaria inmediata, apoyo a los medios de subsistencia para las personas pobres y los pequeños emprendedores, y apoyo presupuestario para combatir la COVID-19 y promover el desarrollo.

En los próximos tres años, pondremos a disposición de África financiamiento en condiciones concesionarias por valor de hasta USD 50 000 millones, centrándonos de lleno en el camino hacia la recuperación y en la promoción del desarrollo a largo plazo en el continente.

Sin embargo, todos sabemos que para enfrentar plenamente esta crisis económica, debemos controlar la crisis sanitaria. La pronta obtención de una vacuna para todos es fundamental. La semana pasada, presentamos a la aprobación de nuestro Directorio Ejecutivo un plan para proporcionar a los países hasta USD 12 000 millones para la adquisición y distribución de vacunas contra la COVID-19. Este financiamiento adicional se proporcionará a países en desarrollo de ingreso bajo y mediano que no cuenten con suficiente acceso para ayudarlos a alterar el curso de la pandemia y beneficiar a su población.

APOYO A LA RECUPERACIÓN

En vista de la gravedad de la crisis, y dado que es probable que se prolongue en el tiempo, para avanzar hacia una recuperación sostenible será fundamental que las economías y las personas permitan los cambios y los acepten. Los países de África necesitarán admitir capitales, mano de obra, habilidades e innovaciones para pasar a un entorno comercial distinto luego de la COVID‑19. Para lograrlo, muchos países de la región deberán reducir los obstáculos regulatorios y reformar los costosos subsidios, los monopolios y las empresas estatales protegidas que han lentificado el desarrollo. Incluso antes de la crisis, los enfoques de desarrollo extensos, generales y amplios dejaban espacio para que los intereses personales —tanto nacionales como extranjeros— llevaran a buscar el beneficio individual, generaran resistencia a la apertura de los mercados, e hicieran que los mercados África fuesen menos atractivos para la inversión.

Para ayudar a los habitantes de África a experimentar beneficios reales será necesario promover sistemas de gestión que generen un marco legal estable, aumentar la transparencia y fortalecer la rendición de cuentas de los Gobiernos a su pueblo. Con el tiempo, África necesitará un gran volumen de inversiones nuevas y financiamiento para llevar a cabo una recuperación resiliente. La transparencia permitirá atraer inversiones nuevas de alta calidad, en cuyo marco el aporte del sector privado será cada vez mayor.

Los cálculos indican que, para el período 2020-23, las necesidades acumuladas de financiamiento externo bruto de África ascenderán a unos USD 1,2 billones. Los intereses y la amortización de la deuda representan más de la mitad de dichas necesidades. En otras palabras, más de la mitad de las necesidades de financiamiento se destinarán al servicio de una deuda que, en muchos casos, se utilizó para financiar inversiones que tal vez no sean adecuadas para los desafíos relacionados con la recuperación después de la COVID-19.

En el corto plazo, por lo tanto, el alivio de la deuda será una fuente importante de espacio fiscal. Celebramos que el Grupo de los Veinte (G-20) haya respaldado la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI). Esta iniciativa, en la que ya han participado 29 países africanos, es una solución provisoria importante. No obstante, los acreedores privados no están participando, y algunos importantes acreedores bilaterales oficiales tampoco lo están haciendo plenamente, por lo que el alivio de la deuda es demasiado escaso para satisfacer las necesidades fiscales de la pandemia de la desigualdad que nos rodea. El Banco Mundial y el FMI han exhortado al G-20 y a los acreedores del Club de París a prorrogar la actual suspensión de la deuda hasta finales de 2021 y a ampliarla a fin de incluir a todos los acreedores privados y los acreedores bilaterales oficiales que aún no participan, de modo que el alivio inmediato de la deuda sea mayor.

Es necesario adoptar más medidas para que el alivio de la deuda sea perdurable. En el marco de la DSSI vigente, los pagos de la deuda se difieren, pero no se reducen. Cuando se tienen en cuenta los intereses añadidos, se observa que las cargas de la deuda aumentarán después de la suspensión, en vez de disminuir. El riesgo es que los países más pobres tarden años o décadas en convencer a los acreedores de reducir sus cargas de la deuda lo suficiente como para poder reiniciar el crecimiento y la inversión.

Los acreedores disponen ahora de un mayor número de herramientas, lo que dificulta aún más las reestructuraciones. El alza pronunciada de la deuda garantizada generará más complicaciones en lo referente a la antigüedad de los acreedores, así como una salida adicional de los escasos recursos del país deudor. Debemos adoptar medidas concretas para reducir la deuda en las etapas iniciales del ciclo de modo que la recuperación sea posible.

Hemos sido testigos de lo que el alivio de la deuda puede hacer por países como Somalia, que con esfuerzo y reformas de avanzada ha logrado eliminar el sobreendeudamiento y ha retornado al sistema financiero internacional en marzo, lo que le ha permitido obtener financiamiento en condiciones concesionarias para brindar apoyo a sus habitantes y para luchar contra la pandemia. Confiamos en que Sudán se encaminará hacia una trayectoria similar en los próximos meses, aunque el apoyo internacional aún no se ha concretado.

Tengo la esperanza de que al concluir esta reunión, veamos con claridad que es necesario un sólido compromiso con la recuperación de África. Incluso en medio de esta crisis, única en cien años, me reconforta comprobar que algunos países ya están adoptando medidas audaces, aprendiendo rápidamente y difundiendo sus experiencias y resultados en beneficio de otros. Estoy seguro de que surgirán soluciones sostenibles, basadas, en parte, en la aceptación del cambio constructivo, a través de la innovación, de los nuevos usos para los activos existentes, de las nuevas formas en que los trabajadores utilicen sus habilidades laborales y de un reajuste de las cargas de deuda excesivas. Si trabajamos juntos, creo que podemos acortar la duración de la crisis y establecer cimientos sólidos para un modelo más perdurable de prosperidad: uno que pueda elevar a todos los países y a todas las personas.

¡Muchas gracias! Y ahora le cedo la palabra al moderador. 

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