Resumen
Uruguay es el país más igualitario de América Latina pero todavía hay grupos que siguen siendo susceptibles de ser excluidos y enfrentan oportunidades desfavorables, como los afrodescendientes, las personas con discapacidad, las mujeres (en particular, las jefas de hogar) y las personas trans.
Cerrar las brechas existentes que dificultan su inclusión plena es posible y contribuiría a una sociedad más justa y próspera.
En otras palabras: sus consecuencias económicas y sociales se multiplican en función de esta línea de partida altamente dispareja. Uruguay está bien posicionado para mitigar y recuperarse de los efectos del COVID-19, debido a su sistema integral de salud, su sólido contrato social y la respuesta contundente y temprana del Gobierno. No obstante, enfrenta el riesgo de revertir algunos de los logros de las últimas dos décadas en términos de reducción de la pobreza.
¿Por qué hablamos de inclusión social?
La exclusión social es un proceso sistemático, que impide a ciertos grupos participar plenamente en la vida económica, social o política del país. Los grupos excluidos invariablemente se enfrentan con oportunidades desiguales, tienen menor acumulación de capital humano y carecen de voz y agencia para imponer sus puntos de vista y aspiraciones en las agendas de desarrollo.La inclusión social es el proceso de mejorar las oportunidades, capacidades y dignidad de los grupos excluidos, para que participen en la sociedad de manera plena.
¿Y Uruguay qué?
Uruguay ha logrado una reducción notable de la pobreza. Entre 2006 y 2017, el porcentaje de la población que vivía en condiciones de pobreza se redujo de forma constante en más de 24 puntos (de 32,5% a 7,95%). También decrecieron la informalidad y el subempleo. Los segmentos más vulnerables de la población uruguaya, al igual que en muchos otros países, tienden a concentrarse en el sector informal de la economía, presentan tasas más altas de desempleo y son menos proclives a recibir apoyo de los programas de seguridad social, además de contar con pocos ahorros para resistir la crisis.
Estos grupos siguen siendo no sólo más vulnerables a la pobreza, sino más vulnerables en general.