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Octubre 25, 2021

Las personas, un componente central para una recuperación verde, resiliente e inclusiva

Cuando existen las políticas de desarrollo humano, el financiamiento, los sistemas y los servicios de alta calidad adecuados, las personas, los países y el planeta prosperan. Invirtamos en las personas hoy, para un futuro mejor.

Permitir a las personas alcanzar su potencial

Poner a las personas en el centro del desarrollo y proteger las vidas y los medios de subsistencia es un objetivo fundamental de la misión del Grupo Banco Mundial.

Las personas están mejor equipadas para salir de la pobreza y llevar una vida productiva cuando tienen acceso a educación de calidad y capacitación, servicios de salud y protección social, y cuando las mujeres y las niñas se benefician de mejores oportunidades. También son más resilientes cuando las cosas van mal y están mejor preparadas para enfrentar una pandemia o una crisis climática.

Hasta el momento en que la pandemia de COVID-19 provocó caos en todo el mundo, el desarrollo humano había registrado un progreso constante, según el Índice de Capital Humano  que mostró que varios países de ingreso bajo habían logrado los mayores avances. Pero el impacto de la pandemia ha sido devastador para muchas personas, especialmente los pobres y los más vulnerables.

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Antes de la pandemia, los países ya enfrentaban enormes desafíos para crear mejores oportunidades para las personas. Ahora, la COVID-19 provoca más retrocesos, revirtiendo los logros en capital humano obtenidos con tanto esfuerzo en la última década.

Con el fin de responder a ello, Este financiamiento incluye asistencia para gestionar la respuesta a emergencias de salud, fortalecer los sistemas sanitarios, proteger y recuperar el aprendizaje, proteger a las personas pobres y vulnerables, apoyar a las empresas, crear empleos, y poner en marcha rápidamente una recuperación verde, resiliente e inclusiva.

Los países están tomando medidas para obtener mejores resultados para las personas en estas áreas, con el apoyo del Banco Mundial.

Invertir en la salud de las personas fortaleciendo los sistemas sanitarios

La crisis de la COVID-19 ha ejercido una mayor presión sobre los sistemas de salud ya sobrecargados. En algunos lugares, la interrupción de los servicios esenciales de salud materna y de los programas de vacunación infantil de rutina ha llevado a un aumento de los niveles de la mortalidad materna e infantil, como resultado de las muertes no causadas por la COVID-19. Intervenciones en la primera infancia, como el proyecto financiado por el Banco para abordar el retraso del crecimiento en Rwanda (i), son fundamentales para garantizar que los bebés reciban la nutrición que necesitan y evitar así daños duraderos en su desarrollo físico y capacidad de aprendizaje. “(Los trabajadores de la salud de la comunidad) nos ayudan a realizar un seguimiento del crecimiento de nuestros hijos, llamándonos periódicamente y alentándonos a pesar a nuestros hijos. Nos han enseñado qué es una dieta equilibrada y cómo prepararla”, dijo una madre de Rwanda que se beneficia de los servicios de desarrollo de la primera infancia. Mantener la continuidad de tales servicios durante una emergencia es crucial para prevenir el impacto de la desnutrición en los niños pequeños a lo largo de toda su vida.

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En Liberia, una madre primeriza y su bebé recién nacido junto a una trabajadora sanitaria que participó en el parto. Fotografía: Dasan Bobo

Para ayudar a los países de ingreso bajo y mediano a mantener los servicios de salud esenciales y, al mismo tiempo, aumentar su respuesta a la pandemia,

Ayudar a los países con el suministro de vacunas contra la COVID-19

Las vacunas son esenciales para poner fin a la pandemia de COVID-19, pero muchos países en desarrollo aún carecen de un acceso justo y equitativo a ellas. Por ello, Esto incluye capacitar a los trabajadores de la salud, crear sistemas de seguimiento y datos, y realizar campañas de divulgación para abordar la reticencia a la vacunación. Las asociaciones también son clave para desbloquear el suministro y la distribución de vacunas y para enfrentar los problemas de reparto, fabricación y comercialización. Por eso, el Banco ha priorizado las alianzas, entre ellas el Mecanismo COVAX , el Fondo Africano para la Adquisición de Vacunas (AVAT) de la Unión Africana  y el Grupo de Trabajo de Líderes Multilaterales sobre la COVID-19, que está ayudando a rastrear, coordinar e impulsar la entrega de herramientas del área de la salud relativas a la COVID-19 y a eliminar obstáculos críticos.

Desarrollar el potencial de las personas mediante el acceso a una educación de calidad

La COVID-19 ha tenido un impacto devastador sobre la educación. En Malí, Ami, de 9 años, y su hermana Awa, de 7 años, tuvieron que quedarse en casa debido a la pandemia (i). En su país, tras la crisis de salud se produjo una huelga de maestros, que aumentó el riesgo de que las niñas no regresaran a la escuela.

Es menos probable que las niñas retornen a la escuela dado que son más vulnerables a la violencia, y se convierten en víctimas del matrimonio infantil o corren el riesgo de quedar embarazadas. 

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Un grupo de niñas en un espacio seguro, posible gracias al apoyo del Proyecto de Empoderamiento y Dividendo Demográfico de la Mujer en el Sahel (SWEDD) en Am Timan, Chad. Fotografía: Vincent Tremeau/Banco Mundial.

Esta cifra podría aumentar en 10 puntos porcentuales a menos que los países frenen y recuperen las pérdidas de aprendizaje e inviertan para ampliar el acceso al aprendizaje y para mejorar la calidad de la educación. Esto incluye capacitar a los maestros, como lo hizo la ciudad brasileña de Recife que mejoró las prácticas pedagógicas en las aulas (i) mediante la capacitación y amplió el acceso a la educación preescolar a través de un proyecto respaldado por el Banco Mundial que benefició a 80 000 niños de hogares pobres.

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Cada año, más de 80 000 niños, la mayoría de los cuales viven en los hogares más pobres de Recife, han participado en actividades respaldadas por el proyecto. Fotografía: Andrea Rego Barros/Ciudad de Recife/Folleto.

Impulsar la infraestructura digital también es una inversión clave para apoyar los métodos de enseñanza innovadores que reducirán los impactos de crisis futuras. A menos que se movilicen recursos para mejorar el acceso a una educación de calidad, toda una generación corre el riesgo de no alcanzar su potencial de aprendizaje y de ingresos a lo largo de su vida debido a la pandemia.

Invertir en redes de protección social para proteger a los más vulnerables y apoyar su inclusión económica

pero, antes de la crisis de la COVID-19, menos de la mitad de la población mundial, y sólo una de cada cinco personas en los países más pobres era beneficiaria de alguna forma de protección social. La pandemia puso de relieve la ausencia de redes de protección sólidas en muchos países, lo que aumentó la vulnerabilidad de los ancianos, las personas con discapacidad, y los trabajadores informales y autónomos.

Suleiman, un jornalero de Addis Abeba (Etiopía), cuyos ingresos se redujeron drásticamente debido a la pandemia, recibe transferencias de efectivo (i) en el marco del Proyecto de Redes de Protección Productivas para las Zonas Urbanas respaldado por la Asociación Internacional de Fomento (AIF), al tiempo que ayuda a transformar un vertedero de basura en un huerto urbano. En India, 320 millones de titulares de cuentas bancarias identificados en los programas nacionales de protección social recibieron apoyo en este ámbito (i), y 800 millones de personas afectadas por la pandemia obtuvieron ayuda alimentaria.

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Suleiman utiliza las transferencias de efectivo que recibe para ayudar a crear un huerto urbano.

En Yemen, un país afectado por conflictos, las transferencias de efectivo también constituyen un medio de subsistencia para millones de personas agotadas por años de conflictos. En total, en el ejercicio de 2021, el Banco Mundial asignó más de USD 10 000 millones para proyectos de protección social que beneficiaron a 1000 millones de personas en todo el mundo, y ayudó a los países a aumentar la capacidad de los programas de redes de protección social, haciéndolos más sostenibles y adaptables para mitigar el impacto de futuras crisis.

Transferencias de efectivo en Yemen para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional: Un medio de subsistencia para Hana’a’.

En Zambia y otros países, el Banco Mundial y sus asociados fomentan la inclusión económica y los programas de ingresos a través de iniciativas como el Programa sobre la Educación de las Niñas y el Empoderamiento y los Medios de Subsistencia de las Mujeres (GEWEL) (i). Este apoya a las mujeres y las niñas en dos momentos críticos de la vida. En primer lugar, al proporcionar el pago de matrículas para la escuela secundaria, el programa ayuda a las adolescentes a realizar una transición exitosa de la escuela primaria a la secundaria. Estas intervenciones han permitido mejorar los resultados educativos y retrasar el matrimonio y el embarazo precoces. En segundo lugar, GEWEL proporciona medios de subsistencia sostenibles a través de formación en habilidades, donaciones, apoyo al ahorro y tutoría para ayudar a las mujeres a transformar el trabajo fragmentado en microemprendimientos viables.

Crear empleo poniendo el foco en las mujeres y los jóvenes

Millones de puestos de trabajo se han perdido en todo el mundo debido a la pandemia. La recuperación se basará en crear nuevas oportunidades para la generación de empleo, los emprendimientos y el trabajo independiente, en particular para las mujeres y los jóvenes.

Los puestos de trabajo de las mujeres se vieron particularmente afectados, ya que es más probable que estas trabajen en la economía informal y el sector de servicios, que ha sido uno de los más afectados por los confinamientos. Las mujeres debieron asumir asimismo la responsabilidad de los cuidados adicionales en el hogar cuando se interrumpieron los servicios de educación y atención infantil. Además, la violencia de género aumentó significativamente.

Ayudar a las mujeres a volver a desarrollar sus habilidades y a participar en actividades económicas contribuirá a una recuperación más rápida y transformará la vida de las personas. Programas como las guarderías comunitarias (i) para los trabajadores de la industria  de la confección en Camboya apuntan a abordar los obstáculos que impiden que las mujeres trabajen fuera del hogar. “Esto me ayudará mucho: mis hijos pueden aprender y mantenerse saludables, mientras yo podré seguir trabajando”, dijo Srun Saren, una trabajadora del sector textil. En Burkina Faso, unidades móviles de cuidado infantil siguen a las mujeres de un lugar de trabajo a otro para proporcionarles servicios a sus hijos. En Azerbaiyán, país donde las mujeres no tienen acceso a 674 tipos de trabajos, el Banco Mundial llevó a cabo un estudio para el Gobierno con el fin de eliminar estas restricciones (i) y ampliar el acceso de las mujeres al mercado laboral.

Crear oportunidades de generación de ingresos para la próxima generación ayuda a las personas a mantenerse a sí mismas y a sus familias y a los países a encaminarse en la senda del desarrollo sostenible. En Liberia, el Programa de Oportunidades para los Jóvenes (i), por ejemplo, proporciona donaciones y capacitación en habilidades empresariales para ayudar a la juventud a desarrollar un medio de subsistencia y apoyar a los jóvenes en las zonas rurales que quieren dedicarse a la agricultura comunal. En Bután, Sonam Tobgay planea abrir un hostal en su pequeña aldea para dar alojamiento primero a huéspedes locales antes de que los turistas internacionales regresen al país. Es uno de los jóvenes que participan en un programa de capacitación del Proyecto de Empleo Juvenil y Emprendimientos Rurales(i).

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Un nuevo proyecto tiene como objetivo generar empleo productivo para los jóvenes pobres y vulnerables de Bután. Fotografía: Sonam Wangmo
Invertir en un mejor presente y futuro, uno que sea verde, resiliente e inclusivo

El capital humano —los conocimientos, las habilidades y la salud que las personas necesitan para alcanzar su potencial—, es una fuerza poderosa que impulsa las economías y las sociedades de todo el mundo. Para aprovechar al máximo sus recursos fiscales y el poder de su gente, los Gobiernos deben realizar mejores inversiones y priorizar los gastos que generen mejoras medibles en los resultados de desarrollo humano y ayuden a que todas las personas desarrollen su potencial y contribuyan plenamente a sus comunidades y países.

Una recuperación duradera de la COVID-19 depende de que se recupere el capital humano mediante la creación de sistemas educativos inclusivos en los que todos los niños puedan aprender y prosperar, el fortalecimiento de los sistemas de salud para que puedan soportar las crisis y continuar atendiendo las necesidades de la población, y el establecimiento de un sistema de protección social que beneficie a quienes lo necesiten y se adapte a circunstancias cambiantes. Asimismo, se requiere la aplicación de una perspectiva de género a todas las políticas para garantizar que se consideren los diferentes desafíos que enfrentan las mujeres y las niñas.

Cuando los países enfrentan los crecientes impactos del cambio climático, un enfoque centrado en las personas también puede impulsar una agenda verde. El apoyo a la salud materna y la planificación familiar permite a las personas tomar decisiones que ayudan a proteger los recursos naturales y el medio ambiente. Los planes de estudio escolares pueden fomentar la innovación y generar las habilidades necesarias para los empleos en la economía verde, promoviendo al mismo tiempo cambios de comportamiento para frenar los efectos del cambio climático y reducir la contaminación atmosférica. La protección social eficaz facilitará la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono.

Con las políticas, el financiamiento y los sistemas adecuados para prestar servicios eficaces y apoyar el desarrollo humano, las personas pueden disfrutar de una buena calidad de vida y los países y todo el planeta pueden prosperar.

Invirtamos en la gente hoy, para un futuro mejor.