El comercio mundial de pescado está creciendo rápidamente al igual que las demandas de una mejor gestión de los peces y mariscos silvestres y de cría. En una era de creciente globalización y preocupación por las poblaciones de peces silvestres, muchas empresas y grupos creen que las normas establecidas por los programas de certificación de estas especies podrían tener una influencia positiva en la manera de manejar la pesca y la acuicultura en todo el mundo.
Hoy en día, los programas privados de certificación califican los peces y mariscos que cumplen con ciertos criterios. Por ejemplo, los peces silvestres de una pesquería próspera pueden ser calificados para garantizar a los consumidores que están comprando un recurso sostenible. Los pescados y mariscos de cría también pueden ser calificados si se producen y manipulan en instalaciones que cumplen las normas de impacto ambiental, las condiciones de trabajo, la seguridad alimentaria y la calidad.
Aunque la certificación ha influido en ciertos mercados de Europa y América del Norte, hasta el momento los productos de mar certificados representan todavía una parte relativamente pequeña del comercio mundial de pescado. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala en un informe reciente que los dos principales programas internacionales cubren solo entre el 7% y el 10% de las capturas pesqueras del mundo, o menos de una quinta parte de los peces capturados en la naturaleza que se venden cada año.
Los sistemas de certificación podrían favorecer los objetivos de sostenibilidad
Los expertos creen que los objetivos de sostenibilidad en todo el mundo se verían favorecidos por un número limitado de sistemas de certificación ampliamente aceptados, basados en sólidos principios ecológicos. Los promotores dicen que estos sistemas fomentan el uso de prácticas óptimas, permiten rastrear las importaciones de productos pesqueros y favorecen un mayor comercio regional e internacional y beneficios para la población local.
Por ejemplo, una decisión de 2006 para establecer derechos de zona con el fin de restringir la pesca benefició a una pesquería de almejas de la provincia de Ben Tre en Viet Nam. Con un mejor control sobre la recolección, la pesca obtuvo la certificación del Consejo para la Gestión Pesquera Sostenible (MSC, por sus siglas en inglés), seguida meses después por un aumento del 20% al 30% en el precio de las almejas y la quintuplicación de los salarios. La pesquería respalda ahora a miles de personas más que antes, de acuerdo con Towards Global Sustainable Fisheries (Hacia la pesca sostenible mundial), un informe de febrero 2012 publicado por la fundación The Prince’s Charities.
El establecimiento de prácticas similares en otros lugares podría aumentar la cifra de US$274.000 millones con la que contribuyeron los peces y mariscos de cría y silvestres al producto interno bruto mundial. El pescado representa aproximadamente el 10% de las exportaciones agrícolas mundiales y alcanzó el récord de US$102.000 millones en 2008.