Ellos no son conscientes de que hablan un lenguaje propio. Hackaton, abrelatam, hackdash, media party, alfabetización de datos. Después de un día, tal vez dos escuchándolos, alguien de fuera de ese mundo empezará a comprender el sentido de esas palabras. Y sin darse cuenta, habrá entrado en un camino sin retorno en el que comenzará a transformar números en historias, interminables listas en denuncias, y planillas excel en derechos de las personas.
Son periodistas, programadores, diseñadores y activistas del acceso a la información, provenientes de Argentina, Inglaterra, Alemania, Uruguay, Chile, todos fanáticos y militantes de los datos abiertos. Se especializan en darle sentido a los números, los datos, las listas.
¿Para qué? Para que la gente común y corriente los entienda y los use. Para que un enfermo de artritis sepa a qué medicamentos tiene derecho sin necesidad de leer 200 páginas o recorrer seis instituciones. Para que una familia sepa la calidad del aire de su ciudad, o cuánto es su inflación mensual, considerando su propia canasta de consumo. O para que los ciudadanos sepan cuántos accidentes se han producido en la esquina por donde cruzan diariamente, y tengan elementos para pedirle a la municipalidad que coloque un semáforo.
Este grupo de expertos internacionales llegó a Uruguay a contagiar su lenguaje a 75 periodistas, programadores y diseñadores locales en lo que se llamó el primer databootcamp o campamento de alfabetización de datos. Y tan contagioso fue que Uruguay cuenta desde marzo con su propio capítulo Hacks/Hackers (@HacksHackersUY ), que dicho en criollo significa que un grupo de periodistas y programadores uruguayos se sumarán a este movimiento global que busca que la información sea accesible.
Durante la actividad de tres días, coorganizada por la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y la Comunicación (Agesic), la Embajada británica y el Banco Mundial, se compartieron experiencias, se enseñaron herramientas creadas para facilitar el uso de datos, y se mostraron ejemplos concretos de cómo estos números que parecían incomprensibles, terminan contando una historia que es importante para las personas.
“¿Cuántas historias son ignoradas en Uruguay porque los periodistas no disponen de recursos ni de tiempo para analizar bases de datos? ¿Cuántas historias no son contadas porque los periodistas no conocen el lenguaje de ceros y unos, el único con el cual podrían ser contadas?”, se pregunta Federico Comesaña, editor del monitor económico de El Observador, uno de los asistentes al curso, y del grupo de fundadores del capítulo uruguayo, quien se confiesa convencido de que el periodismo en Uruguay tiene por delante una transformación definitiva.
Datos que hablan por sí mismos
Hablar de datos abiertos en Uruguay es posible por el proceso que el país vive en materia de apertura de sus datos.
Desde 2008, Uruguay cuenta con una ley de acceso a la información pública, que entre otras cosas, permite solicitar información de cualquier organismo público sea estatal o no. Y además, como parte de un plan nacional de acción de gobierno abierto, existe un catálogo de datos abiertos, que facilita el acceso de los ciudadanos a los datos públicos. Hoy día casi dos millones de uruguayos son usuarios de internet (71% de la población total) y la cifra sigue en aumento, impulsada principalmente por el ingreso a la web de nuevos usuarios de nivel socioeconómico bajo y personas mayores a 30 años según el Perfil del Internauta uruguayo.
Durante el databootcamp, los participantes debieron familiarizarse con varios sitios para buscar datos. Es que además de tres días de capacitación, el encuentro planteó un desafío: unirse en equipos y armar proyectos concretos que permitieran poner en práctica lo aprendido. La propuesta ganadora fue Quién paga, una aplicación para conocer cuánto dinero se gasta en Uruguay la campaña electoral y cuáles son las principales fuentes de financiamiento. Pero además, los equipos presentaron proyectos vinculados a cantidad de consumidores de marihuana en Uruguay, accidentes de tráfico, inflación de cada familia, compras estatales, riesgos ambientales en las localidades, estructura estatal, cuota de empleo de personas con discapacidad, y un medidor de ausentismo de los legisladores.
Había ido a muchos seminarios para hablar sobre el futuro del periodismo de datos y de la profesión, en #dbootcamp lo construimos juntos, twitteaba Carlos Gómez (@carlisgpalacio), uno de los 1.5 millones de uruguayos que usa las redes sociales.