Debemos actuar ahora a fin de prepararnos para una transición hacia la movilidad eléctrica en la próxima década
CIUDAD DE WASHINGTON, 10 de noviembre de 2022. En una nueva investigación del Banco Mundial se encontraron puntos de partida viables para una transición hacia la movilidad eléctrica en los países en desarrollo. Los autobuses eléctricos, que cubren extensas distancias y tienen gran capacidad, y los vehículos eléctricos de dos y tres ruedas, que proporcionan conectividad en los últimos tramos, se presentan como un punto de partida eficaz en función de los costos que también genera beneficios de desarrollo.
La electrificación del transporte es uno de los instrumentos más mencionados en las deliberaciones sobre cómo iniciar un camino para llegar a cero emisiones netas de carbono en el mundo. Para los países en desarrollo con bajos niveles de emisiones, la transición de los vehículos convencionales a los vehículos eléctricos aporta beneficios adicionales: mejor calidad del aire local, último tramo de conectividad en lugares remotos y menor dependencia del combustible importado. A pesar de las ventajas, estos vehículos siguen siendo relativamente escasos en los países en desarrollo, y la mayor parte de los 6,6 millones de ventas mundiales en 2021 se concentró en los principales mercados mundiales, como China, Europa y Estados Unidos. Los vehículos eléctricos tienen un costo más elevado, a veces superior al 70 % en comparación con los vehículos convencionales, lo que constituye un obstáculo financiero para muchos consumidores de este grupo de países.
Sin embargo, en un nuevo informe del Banco Mundial titulado The Economics of E-Mobility for Passenger Transportation (Aspectos económicos de la movilidad eléctrica para el transporte de pasajeros), se concluye que, en muchos mercados, los ahorros de combustible y los costos de mantenimiento acumulados durante la vida útil de un vehículo eléctrico compensan con creces el precio de compra relativamente alto. Además, cuando se consideraron y monetizaron los beneficios para la salud y el medio ambiente, la justificación económica de la movilidad eléctrica ya resultaba sólida en cerca de la mitad de los países estudiados. Se espera que la viabilidad de los vehículos eléctricos mejore aún más de aquí a 2030, ya que es posible que los precios sigan bajando y que haya una mayor disponibilidad de infraestructura de carga.
“Ya sabíamos que era importante una transición hacia la movilidad eléctrica; con esta investigación, ahora sabemos que es posible”, dijo Riccardo Puliti, vicepresidente de Infraestructura del Banco Mundial. “Nuestro informe deja en claro que todos los países necesitan un plan para incorporar vehículos eléctricos en sus estrategias de movilidad sostenible”.
Además de presentar argumentos económicos a favor de la movilidad eléctrica, en el informe se destacan varias medidas que los Gobiernos y las instituciones financieras pueden adoptar para acelerar la transición. Invertir en infraestructura de carga de baterías puede ser hasta seis veces más eficaz que los subsidios para alentar la compra de vehículos eléctricos. Otras prioridades deberían ser promover modelos innovadores de alquiler con opción a compra y reciclaje de baterías, que pueden reducir el costo de los vehículos y aportar financiamiento comercial adicional al mercado. Los Gobiernos también deberán examinar las consecuencias fiscales de una transición hacia la movilidad eléctrica, especialmente si los impuestos a los combustibles representan una gran proporción de los ingresos tributarios o si las empresas de electricidad carecen de sostenibilidad fiscal.
El Banco Mundial ya está trabajando con numerosos países clientes, entre ellos Senegal, India, Egipto, Brasil, Chile, Colombia, Rwanda y Filipinas, en proyectos para promover la movilidad eléctrica. Muchos de estos proyectos tienen como objetivo incorporar autobuses eléctricos en los sistemas de transporte público de las grandes ciudades. Otros hacen de los vehículos eléctricos de dos y tres ruedas una alternativa limpia y asequible a la motorización.
“La movilidad es una vía fundamental que conecta a las personas con empleos, educación, servicios esenciales y oportunidades. Pero anualmente se pierden 7,8 millones de años de vida debido a complicaciones de salud provenientes de la contaminación del aire. Hay una necesidad urgente de reducir las emisiones derivadas del transporte, y se están considerando todas las herramientas de descarbonización, incluida la movilidad eléctrica”, dijo Cecilia M. Briceño-Garmendia, economista principal de la Práctica Global de Transporte del Banco Mundial y autora principal del informe. “Para los países en desarrollo, la transición hacia la movilidad eléctrica ya no es una cuestión de ‘si’, sino de ‘cómo’ y ‘cuándo’”.